Últimos capítulos...

Últimos capítulos...

viernes, 12 de septiembre de 2014

99. El “déjà-vu” navideño

Narra Ainhoa
(Unos días después)
Estación de Atocha, cinco de la madrugada. Yo y Pablo esperábamos el AVE rumbo a Málaga cuando fuimos sorprendidos por mis padres, que hicieron una escala en Madrid para entrar en el AVE rumbo a Barcelona. Fue un encuentro tan rápido que solo tuvimos tiempo para saludarnos, desear una buenas festividades y rumbar al tren, que en cinco minutos se marchaba para la ciudad andaluza que más admiro, Málaga, la bella.
Es el primer año que paso mis festividades favoritas sin mi familia, es decir, sin estar en León, en la casa de mis padres, manteniendo las tradiciones que desde que tengo memoria siempre las hizo. El año pasado he pasado las festividades horribles, ni quiero recordar lo cuanto sufrí porque en esa época los dos estábamos separados por una tontería.
Pero el pasado es pasado, y este año tengo la sensación que voy a pasar las festividades de una manera genial. Si tengo a Pablo, ya tengo el motivo perfecto para decir que voy a pasar genial.
Todo estaba siendo especial y cuando escucho a Elena decir que yo tengo la cocina solo para mí por unas horas para hacer esa tan famosa torta que hago secretamente, me quedé boquiabierta. Yo paso a explicar, según Casilda, la cocina es la parte de la casa que está “oficialmente declarada” como el rincón de Elena y nadie se apodera solo de esta parte tan especial para ella. Ni Casilda que es su hija... y eso me deja así un poco sin gracia, que soy simplemente la novia de su hijo y que, además, tenía más motivos para no hacerlo ya que primeramente se sucedió aquello que ya lo sabéis.
- Elena, yo no...
- Es toda tuya, Ainhoa... - me interrumpe – Yo estoy curiosa para saber qué de especial tiene esa torta de Navidad...
- … pero es su cocina...
- Mi cocina, no... la cocina de la casa... pero, de hecho, es la parte dónde paso mucho tiempo, pero no me molesta nada dejarla un poco... por veces es bueno...
- Así me quedo sin gracia..
- No te intimides, mujer! Si me gustar la torta, yo quiero la receta, eh!
- Bueno, eso ya es un poco complicado...
- Cómo has aprendido la receta?
- Es una receta de familia... mi bisabuela cuando era viva me la ha enseñado... soy de las pocas mujeres de la familia que lo sabe y dicen que soy la que mejor confeciona... pero eso es relativo...
- Si es una receta de familia, es cierto que la torta es maravillosa!
Extrañaba tanta simpatia por la parte de Elena. Me ha pasado por la cabeza de que ella iba a dejarme la cocina solo para mí a ver si me espiaba para copiar la receta, pero creo que esto ya es más un exagero que otra cosa, no me lo creo que ella sea capaz de hacer algo así.
Me cerré en la cocina en la madrugada del 24 de deciembre, cómo hago todos los años, enciendo el horno mientras preparo la torta, de las pocas que sé hacer sin medidas. Mi “ojometro” es de lo mejor y no falla nunca en las cantidades.
Pensando que sería Elena a espiarme cuando, de hecho, era Pablo quién estaba mirando discretamente a la puerta que tiene un poco de cristal que se ve para dentro. Me divertía con esta escena, lo sé que él no cocina y para qué está haciéndose de espía?
También no estaba muy preocupada, el secreto está en mi “ojometro” y no en la manera cómo mezclo los ingredientes, en menos de una hora ya estaba poniendo la suspuesta torta al horno, con la forma de un piñero, igual a cómo aprendí a los siete años.
Solo me enteré de que era Navidad cuando el olor a canela comienza a sentirse en toda la cocina, el aroma que yo considero ser el aroma de estas festividades. Sentada frente al horno, siempre de la misma, aquel “déjá-vu” era siempre alucionante, ver la torta crecer y quitarla del horno en el momento exacto.
Quito la torta, caliente, muy caliente, en un movimiento alucionante, la pong sobre la mesa y estaba perfecta. Justo en ese momento entra Pablo, que parecía un niño pequeño viendo aquella cosita:
- Madre mía, esto huele tan bien que me quedo aquí por unos largos minutos...
- No, no... aún me arriesgo a tener la torta comida por tí antes del tiempo y eso no puede sucederse...
- Yo ya estoy comiendo con los ojos...
- … y aún no está terminada... - recojo la manga pastelera, la lleno con crema hecha también por mi y escribo “Feliz Navidad”.
- Hum... qué aroma tan bueno, por Dios! - llega Casilda y se acerca a la torta – Yo la comia ahora mismo, que está con una pinta estupenda...

No hay comentarios:

Publicar un comentario