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lunes, 1 de septiembre de 2014

86. Angelitos

Narra Ainhoa
Viernes. El despertador suena y en la pantalla de mi móvil está escrito: hoy es el cumple de la rubita! Estoy con unas ganazas tremendas, no veo la hora que la peque reciba el regalo tan especial.
Por la mañana me mantuve ocupadísima con el trabajo en el escritorio y es obvio que por la tarde, las horas fueron dedicadas a preparar la fiesta en la institución. Aprovechamos el momento en que la pequeña tuve que irse al dentista y yo y los peques ponemos globos llenos de color en las paredes y en el techo, un grande ratón Mickey collado en la pared y una mesa llena de chuches y todo el tipo de golosinas y por supuesto el pastel del ratón Mickey, su personaje favorito así como el mío.
Estaba todo listo y sin embargo Carmen, la señora que acompañó a Ainhoa hacía el dentista me envía un whatsapp diciendo que estaba a punto de subir las escaleras.
- Chicos, es ahora! Vamos a ocultarnos!
Todos corren para encontrar un lugar para ocultarse, en cuestión de pocos segundos, el silencio se apodera del salón y la puerta sin embargo emite en sonido. Ella se abre, la pequeña entra y extraña al ver el salón totalmente vacío. Hago la señal a los peques y todos salimos cantando en coro y en alta voz:
- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Ainhoa... cumpleaños feliz! - todos baten las palmas y la pequeñita casi tenía un ataque de tanta sorpresa. Se ha quedado totalmente sorprendida, sonreía de una forma muy bonita y aquellos ojos no equivocaban a nadie, aquel brillo ocultaba las lagrimas de felicidad.
Recibió un abrazo gigante de todos, todos collados, abrazados, la pequeñita casi que desaparecía en el medio de tanta gente. Estaban todos muy contentos y mucho más se quedó ella cuando se dio cuenta de que su pastel tenía el ratón Mickey dibujado:
- Es el Mickey! - grita ella muy eufórica – Qué bonito! Podemos comerlo?
- Claro... - responde Carmen.
- No... no podemos... - interrumpo yo.
- Por qué? - preguntan las dos.
- Ainhoa, vete aquí...
Ella se acerca a mí extrañando mi reacción.
- Estás viendo aquella puerta?
- Sí...
- Fijate en ella....
- Por qué?
- Ya verás, princesita... - me giro hacía los niños – Peques, vamos a fijarnos en aquella puerta...
- Ainhoa, qué vaya pasarse? - me pregunta Carmen.
- Ya verás, Carmen... rubita, aquí está mi regalo... - me voy hacía la puerta y todos se quedan muy nerviosos – Vamos a hacer la cuenta atrás desde cinco, vale?
- Vale!
- A ver... en cinco...
- … cuatro... - me voy de nuevo hacía Ainhoa.
- … tres...
- … dos...
- … uno...
- Que se abra la puerta ahora mismo! - grito.
Y por magia, Pablo entra en el salón cantando y los peques gritan muy eufóricos, casi saltando del suelo:
- Cumpleaños feliz....
- Pablo Alborán! - grita Ainhoa muy eufórica. Pobrecita, casi que tenía un ataque total al verlo. Las lagrimas empezaran a caer por su bonita cara, sus manos temblaban y cuando Pablo termina la canción, ella corre a una velocidad estruendosa y lo abraza con los ojos empapados de lagrimas.
- Eres tu de verdad!
Ainhoa explotaba de felicidad, los demás niños también y Carmen, que también estaba muy contenta, me miraba con una de que quién se estaba cuestionando dónde me fui a sacar este regalo.
Todos que estaban en el salón sonreían como nunca y yo me fui a las lagrimas cuando ella corre hacía mi y me abraza de la manera más apretada que podía.
- Muchas gracias, Ainhoa! Muchas gracias... - me decía ella sin parar.
- No me agradezcas, rubita... tu lo mereces... - y me llenó de besos en las mejillas, de brazos, fue imposible no emocionarse. Estaba muy feliz, en cambio de este regalo recibí su felicidad explotando en el aire y una sonrisa que contagiaba a todos, hasta los más aburridos y los más tristes del mundo!
Pablo estaba rodeado de niños, que le pedían para cantarle, firmar, hacer fotos... vaya fiestón que se ha quedado en este salón que es tan grande y que en este momento parecía tan pequeño.
Llega el momento de irse a comer el pastel y la pequeña hizo con que yo me quedase sorprendida por completo:
- A quién vas a regalar la primera rebanada, Ainhoa? - le pregunta Carmen.
- Pues... la voy a regalar a... a Ainhoa...
Aquel gesto suyo me provocó unas ganazas de agarrarla y llenarla de cosquillas. Qué cosita más mona, por Dios! Es la monada en persona, por eso me encanto tanto por esta preciosidad que solo tiene cuatro añitos hechos hoy mismo.
- La segunda es para Pablo...
Tuvimos fiesta hasta llegar la hora de irse a dormir, después de comer todo el pastel y de entregarle los regalos, todos se sientan al rededor de Pablo y pasamos horas infinitas cantando sus canciones.
- … te he echado de menos, todo este tiempo, he pensado en tu sonrisa y en tu forma de caminar... te he echado de menos, he soñado el momento, de verte aquí a mi lado dejándote llevar...
Pura magia y nada más. Pablo tocando con la guitarra y dejando que el coro tan hermoso de las voces de los pequeñitos sonase en todo aquel salón. Qué voces tan angelicales, tan hermosas de se escuchar, hasta Pablo se impresionaba con la calidad de todas ellas.

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