Narra
Ainhoa
-
Ainhoa, tu puedes quedarte sola en la cocina todas las veces que
quieras, cielo... - me dice Elena.
-
Porqué?
-
Esta torta es fabulosa... de hecho tengo envidia, que tu eres tan
jóven y cocinas mejor que yo...
-
Que no.. yo no soy una mestre en la cocina... esto es de las pocas
cosas que hago bien...
-
Te voy a ser sincera.. yo pensaba que no sabías cocinas nada de
nada, ni tan solo fritar un huevo!
-
Yo sé cocinar... no soy una profesional ni algo parecido, pero hago
lo suficiente para comerse bien...
-
No lo dudo... es que eres una chica como hay pocas...
-
Lo dudo... yo soy una chica normal, no tengo nada de especial...
-
Que sí, que tienes... si fuises tan normal, mi hijo no te elegería
como novia, mucho menos compartíria lo que comparte contigo... eres
diferente, eso es cierto...
-
Es verdad que nadie es igual a nadie, pero le digo... soy una mujer
como las demás de la sociedad...
-
Mujer, deja de decir tonterías... - me interrumpe ella – Yo lo sé
que no tuvimos el mejor comienzo y no tengo el derecho de meterme en
tu vida, pero tengo que decirte que... más que tu belleza exterior
que es mucha, tu belleza interior es muy muy grande... sabes, todas
las veces que hablo con Pablo, él siempre te elogía, le haces tan
feliz, pero tan feliz que no lo sé cómo tuve motivos para dudar de
tí...
-
Olvide eso... eso ya es pasado...
-
Y por ser pasado que ahora te lo agradezco de corazón...
-
Agradecerme de qué?
-
Por hacer con que Pablo esté tan feliz como está contigo... nunca
le he visto en este estado, hacéis una pareja hermosísima y lo sé
que tu lo quieres de verdad...
Me
estaba conteniendo las lagrimas que insistían en intentar salir por
mis ojos, era la primera vez que tenía una conversación así tan
íntima con Elena. Estábamos las dos en la cocina, ya todo el mundo
estaba listo para irse a dormir y yo le ayudaba a quitar todo de la
mesa, mismo ella diciéndome que no necesitaba de ayuda.
No
sabía que responderle, solo sonreí en imaginar lo cuanto ya pasé
con Pablo y las cuantas cosas buenas que han aparecido en mi vida
desde que él entró en ella.
-
Esa sonrisa no me equivoca... esa manera de sonreír la tienes tu y
tiene Pablo de forma igualísima... sóis tan parecidos y tan
diferentes al mismo tiempo que os complementáis a cien por ciento...
-
Se puede decir que somos como las pilas... uno es el lado positivo,
otro el lado negativo y los dos juntos generan energía...
-
No diría mejor, Ainhoa... - nos reímos juntas.
-
Y vosotras sóis algunos murciélagos para estar despiertas a estas
horas? - llega Pablo ya en pijama.
-
Estábamos esperando al Papá Noel... - respondo en tono de broma.
-
Y te crees que él viene? Tu no mereces...
-
Pablo, no seas malote con ella, hijo! - comenta Elena también en
tono de broma.
-
Mira quién está hablando! A tí es cierto que no viene, señorito...
-
También no necesito... que ya tengo mi regalo... - mira a Elena - …
mamá, lo siento pero la conversación la terminas mañana, que la
pequeña ya debería estar durmiendo y tu también... - le da un beso
y me mira – Tu, princesa, a dormir ya... - me toma en brazos y en
un acto heroico nos vamos hacia las escaleras, las subimos y entramos
en la habitación.
La
noche de Navidad no podría terminar de mejor manera, que mi Pablete
y sus monadas hacen con mis corazón se transborde de tanto amor y de
tantas veces derrertirme.
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