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miércoles, 27 de agosto de 2014

82. Reflexiones

Narra Ainhoa
Una reflexión para comenzar: vale la pena gastar algunos días de nuestra vida siendo auténticos niños y pasarlos junto a personas que te gustan y que lo sabes que estarán para siempre a tu lado, sean ellos familia, amigos...
Solo puedo definir el día pasado en la Disneyland en una sola palabra: inolvidable! Lo pasamos genial disfrutando de cada atracción, siendo auténticos niños, haciendo tonterías, charlando, soltando carcajadas sin ningún problema, viviendo el verdadero sentido de la palabra amistad, felicidad y amor.
Fue una pena que el día pasase volando, cuando nos damos cuenta ya estábamos viendo el desfile nocturno de los personajes Disney y el espectáculo de los fuegos artificiales junto al grande castillo que es la más grande atracción de todo el parque.
Hemos gasto un montón de energía, la suficiente para llegar al hotel, acostarse a la cama y en pocos segundos quedarse dormido mejor que un bebé, un sueno profundo y la cabeza con la idea de que este día fue pasado de la mejor manera posible.
De la forma que me quedado dormida tan rápidamente, pesaba yo que iba a despertarme tarde, muy tarde, pero se sucedió totalmente el opuesto: eran seis de la mañana y yo ya abría los ojos y veía los primeros rayos de sol entrando por la ventana.
Miro con un poco más de atención el reloj y veo que era el 15 de marzo. No es una fecha especial, pero luego me recordé que en el próximo día 22 será el cumpleaños de Ainhoa, la niña de la institución que hace tiempo que no pongo allá los pies, pero que nunca olvidos todos eses niños que allá habitan y que todos los días se despiertan con la esperanza de tener alguna familia que os adopte.
Son todos niños muy especiales, pero para mi Ainhoa tiene algo que me despierta un curiosidad y un sentimiento diferente. Aquella rubita de ojos de un color extraño, medio marrones medio verdes, ojos que encantan a cualquier persona, tenía algo de especial.
Cuando volver a España, es cierto que luego que pueda haré una visita a la institución, una auténtica terapia de relajamiento. Yo todavía tengo una parte de niña pequeña y eso no la quiero quitar ni por nada.
Si ayer fue un día de ser un niño, hoy era un día de sentirse una auténtica estrella de cine de Hollywood. Fue una pasada, yo y Pablo hicimos el tan conocido tour de las estrellas, dónde visitas todos los lugares que están relacionados con Hollywood como, por ejemplo, el paseo de la fama, dónde puedes ver en el suelo una estrella con cada nombre de estrellas de cine, de la música, teatro y muchas más áreas.
Tuvimos la buena suerte de visitar locales dónde se han grabado muchas películas, entre ellas unas de mis favoritas y todo parece tan irreal y no nos creemos cómo han grabado escenas tan impresionantes en un lugar tan sencillo como una calle, una casa o un bar.
Lo que más me impresionó fue irme a Beverlly Hills, lugar de las mansiones de los famosos, mansiones que valen muchos millones de euros, quedarse boquiabierto era poco para tantas casas juntas valiendo millones.
Y a la hora del almuerzo suena el puto móvil y llegan malas noticias:
- Hola Ainhoa! - me llamaba Antonio, mi jefe – Cómo estás?
- Bien...
- Oye, lo siento pero tienes que interrumpir por unas horas lo que estás haciendo... tu y Marisol tenéis que encontraros en el hotel y iros a la casa de Martín para que él os entregue en manos los papeles...
Dentro de mí nacía unas ganas de triturar a Antonio... joder, justo ahora que estaba disfrutando muchísimo del día con Pablo! Odio, odio, odio, odio!
- Y tiene que ser ahora?
- Sí... es que por la noche él tiene un vuelo para Nueva York y solo volverá en el día de vuestro vuelo para Madrid...
- Vale... ya ha avisado a Marisol?
- Voy a avisale ahora mismo... te vas?
- Sí... yo me voy...
- Cambio de planes? - me pregunta Pablo cuando colgué el móvil.
- Parece que sí... pero son solo unas horitas... te lo prometo que por la noche ya tengo esto listo!
Volvemos al hotel y es obvio que tuve que cambiar de ropa. No iba a irme en trabajo vistiendo vaqueros cortos, una camiseta diciendo “I love L.A.” y de zapatillas, no es verdad? Allá voy yo vestirme con ropitas apretadas y con tacones!

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