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lunes, 18 de agosto de 2014

72. Aterrizas y luego comienzas a ganar

Narra Ainhoa
Qué se hace cuando se tiene un vuelo de 12 horas sin ninguna escala hacía tu frente? Es muy sencillo: te duermes. Y la verdad es que tanto Marisol como yo tenemos nuestro lado más “dormilón” y creo que es la oportunidad perfecta para “soltar” eso lado porque el viaje es muy largo. En poco tiempo ya estaba viendo a Marisol navegando en un sueno profundo y yo poco después embarqué en el mío.
Teníamos todo a nuestro favor para una buena “noche” de sueño (la verdad es que todavía estábamos en la tarde): vuelo en clase “business”, la mejor de todas, con derecho a un lugar todavía mejor que el sofá de mi casa, un auténtico paraíso en cuestiones de conforto y de espacio para cada persona. Podíamos pedir a las cobijas que queríamos, almohadas de las buenas y todo el tipo de caprichos que deseamos, desde champán hasta comida riquísima, pasando por unos auriculares para escuchar unas musiquitas buenas, más lujo que esto es imposible.
Fue un alivio completo por lo menos para mí, diez horitas descansado y cuando me despierto tenía una auxiliar de vuelo trayéndome una especie de desayuno, llenazo de buena comida, un pecado para las dietas.
Estando lado a lado, yo y Marisol casi no hablamos en todo el vuelo. Yo notaba en ella que estaba despedazada por haber dejado a Hugo en España, ella no disfrazaba ni un poco de lo que sentía y eso me hacía estar así también. Al final, a quién le gusta dejar a la persona que quieres de verdad lejos de tí? Nadie, es cierto.
Las cosas estaban a punto de mejorar, aterrizamos en el grande aeropuerto de Los Ángeles y quién fue la primera persona con quién hemos cruzado? Uno famosísimo actor de Hollywood, considerado de los más sexys del mundo.
- Marisol, está viendo lo mismo que yo?
- Qué estás viendo?
- Ostia, el mismísimo George Clooney!
- Me muero!
- Yo me voy hacía aquel tío, una foto tendré que hacer, por favor! - me entusiasmé, uno de mis actores favoritos de Hollywood estaba a dos pasos de mí. Me fui hacía él llena de alegría.
- Ainhoa, dónde te vas?
Y muy discretamente me acerco de George, él estaba distraído y luego traté de llamar a la atención de la forma más discreta posible:
- Psssss, George... - susurro. Justo en eso momento, él se gira, me mira y me sonreí.
- Hey!
- Hi George! (Hola George!) - no sabía muy bien lo que decir, le sonreí, esperando que él dijese algo.
- Well, I think I know what you want... (Bueno, yo creo que sé lo que quieres...)
- Yeah... a photo, please? (Sí... una foto, por favor?)
- Of course... (Claro...)
Marisol toma mi camera en sus manos y fue la primera foto que hicimos en la ciudad del Hollywood. Todavía tuve el placer de tener mi cuaderno que siempre traigo con él con su firma y una pequeña dedicatoria, en un momento muy gracioso:
- Where are you from? (Dónde vienes?)
- Spain... I'm spanish... (España... yo soy española...)
- Really? So, what are you doing here? Did you come here to se me? (En serio? Entonces, qué estás haciendo aquí? Has venido para verme?) - me sonreí.
- Well, the truth is... I'm where in work, not as a turist... (Bueno, la verdad es que... yo estoy aquí en trabajo y no como turista...)
- Good... so, have a great work... give me a hug... (Bien... entonces, que tengas un buen trabajo... dame un abrazo...) - sí, sí, mis amigos, abracé aquel señor mucho mayor que yo y que tiene un encanto que jamás se pierde. En vivo. George es mucho más simpático de lo que parece en las televisiones, me ha gustado.
- Nena, cada vez más me gusta a Los Ángeles... - me dice Marisol cuando ya estábamos entrando en el taxi rumbo al hotel – Has visto el encanto del tío?
- Qué tío más majo! Yo sé cual fue le secreto...
- Cual?
- Nosotras tenemos un encanto especial, por eso...
- Somos infalibles... tenemos que encontrar a Tom Cruise, él tiene una casa aquí!
- Nena, tranquila... primero tenemos que irnos a la casa del tío ese que nos ha hecho viajar hasta aquí...
- Es verdad... será que su casa es una de esas carísimas de Hollywood?
- No lo sé... pero lo que ves por la ventana, aquí solo existen mansiones, por eso... es probable que sea... - digo.
- Tía, si los chicos estuviesen aquí...
- … tendríamos fiesta de las grandes, seguro! - le interrumpo.

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