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miércoles, 13 de agosto de 2014

69. Intoxicados de éxtasis

Narra Ainhoa
El buen humor ha tomado cuenta de mí y qué bien se estaba así, con ganas de sonreír, de reír, de jugar y de vivir, siempre hay noticias que nos hacen felices y os juro que la de hoy fue una bomba buenísima que se cayó delante de mí.
Estaba animadísima y mismo no siendo fan de hamburguesas y de solamente las comer si no existe nada más que me agrade, las hizo de la mejor manera que sabía, depositando más amor que otra cosa por entre toda aquella torre de ensalada, tomate, carne, queso y más unas cuantas plantas de alimentos.
Todo se estaba sintonizando, un aire harmonioso y feliz se hacía sentir por todo el lado y cuando estaba echando un vistazo a los programas en la tele y por casualidad pasa el videoclip de “Éxtasis”, la primera idea que vino a mi cabeza fue de cantar. Yo nunca canté frente a Pablo porque es cierto que tengo la voz más horrible que se puede imaginar y como él tiene una voz que es de otro mundo, no se puede competir.
Eso no me molestó, simplemente me dejo llevar por el ritmo y cuando me doy cuenta, mi voz ya sonaba por todos los rincones:
- Tómame de los pies a la cabeza porque quiero ser la lava que derrama tu volcán de miel, bésame, tápame la boca con tu boca porque quiero arderrrrr!
Me giro y mi único espectador era el mismísimo autor de toda esta letra, el mismo que la canta y que pone medio mundo bailando y cantando, no me intimidé y él se acercó y con los mismos movimientos y más algunos de los que hace en esa misma canción cuando la canta en los escenarios, eso sí, me llevó al “éxtasis” que tanto retrata la canción.
- Me estás desafiando? - hago cara de las más provocadoras posible.
- Si tu lo dices...
- Venga... - y con menos de media docena de movimientos de manos lo tomé en el sofá, ahora sí le comí a besos como si fuera la última vez de mi vida, descargando todo mi entusiasmo, éxtasis, calor, ardor y más un complemento de elementos en él.
Un subidón de los grandes, su camiseta ya quitada y la mía a punto de tener el mismo destino, así como las demás prendas que no hicieron compañía a su camiseta en el salón, estaban dispersas en el pasillo que conectaba el salón hasta nuestra habitación, el suelo llevaba con las ropas, las paredes con los encontronazos de nuestros cuerpos encajados mejor que dos piezas de un puzzle o que en el Tetris, una corrida sin metas ni tiempos a alcanzar en que la pista era la cama, aquel colchón, los espectadores las sábanas blancas y frías y la obscuridad que hacía de la habitación el lugar perfecto para aquella noche de amor.
Sus dedos viajaron despacio por mi cuerpo, me devoró como un incendio devora los árboles de una floresta y yo subí desde el suelo hasta el cielo, mi sed se calmó, yo le descubrí desde el sur hasta el norte y nuestros labios ardieron en fuego bien ardiente.
Nuestras almas se fundieron como un volcán en erupción, incendio sin control, el fuego creció, nos desatamos y beso a beso nos intoxicamos de aquel humo de éxtasis y deseo sin explicación.
Era un momento que no se definía por un día, por una hora, por una fecha concreta, era simplemente un momento, sin duración, que tuve comienzo y no tuve fin, simplemente un momento disfrutado con el más puro amor del mundo y nada más.
Y con un final así, puedo afirmar por los cuatro costados que esto Lunes fue perfecto, sí, sí!
Muy feliz, con ganas de vivir, enamorada cada vez más por la misma persona que es aquella que te acompaña, qué se puede pedir más a la vida?

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