Narra
Pablo
Ainhoa
contemplaba aquella hoja como si tratara de la cosa más rara del
mundo, del diamante más caro y más raro en todo en planeta, como si
fuera la última hoja existente en el universo. Empezó a leer cada
verso que había escrito en aquella noche en que hicimos aquella
tonta, pero tan bonita apuesta, en que yo la acompañé hacía el
apartamento. Ella os leía con la mayor atención que alguien puede
dar, os leía para su interior y aquellos dos ojos se llenaban del
brillo de las lagrimas, preparadas para caer sobre su cara de piel
perfecta y bien cuidada, sobre la cara que me enamoró desde el
primer segundo que le he visto.
-
Y ahora qué voy a decirte?
-
No lo sé...
-
Esto está.... está... está maravilloso, joder! Yo te inspiro a
punto de escribir canciones?
-
A punto de escribir canciones y mucho más... - cerqué su cintura
con mis brazos, la puso bien cerca de mí y su cuello fue el primer
destino de mis besos.
-
Entonces es así que quieres enseñarme el estudio? - me besa sin
parar.
-
Más o menos...
-
O es o no lo es, Pablo... bueno, en primer lugar hace mucho calor
aquí, segundo... si es cercando mi cintura que quieres enseñarme
todo esto te lo digo que... no estamos en una buena hora, vale?
-
Pero a qué tipo de calor te estás refiriendo? - le pregunto
bromando.
-
… al calor que hace aquí... altas temperaturas... no es calor que
estás pensando ahora mismo, señor Moreno!
-
Y qué calor estoy yo pensando? - hago cara de inocente.
-
Tu lo sabes muy bien... del tipo de la canción “Éxtasis”,
sabes?
-
No estoy viendo... - y así empezamos un juego de bromas sin parar.
-
Entonces tendrás que comprar una gafas para que veas mejor eso
calor...
-
Creo que ni con las gafas voy a verlo...
-
Quizás no, pero no te quedarían nada mal unas gafas del tipo
científico loco...
-
Hay un problema... yo no soy científico, soy cantante...
-
No eres científico pero eres un loco, de eso no lo dudes...
-
Yo soy un loco? - la agarro de nuevo – Dime quién es el loco
ahora, dímelo...
-
Te crees que agarrándome por la cintura me intimidas, eh? El loco
eres tu, tu mismísimo!
-
Muy bien... sabes, yo estaba aquí pensando comerte a besos, pero al
final no voy a hacerlo...
-
En serio? Porqué?
-
Yo no lo hago porque enseguida te devoraría y yo prefiero degustar a
poco y poco cada uno de tus besos y cada segundo que estoy contigo...
-
No está mal... entonces puedo pedirte una cosa medio atrevida?
-
Qué vaya salir de esa boca preciosa?
Me
miró en los ojos, dibuja una sonrisa disfrazada, puso sus brazos al
rededor de mi cuelo y haz aquella carita de niña pequeña cuando
quiere pedir algo a su madre.
-
Entonces me dejas que sea yo a comerte con un montón de besos?
Narra
Ainhoa
-
Puedes devorarme si quieres... - justo la respuesta que quería
escuchar! Lo que él no lo sabe es la broma que ahora vaya salir...
-
Así me gusta... pero ahora no, que tengo aquí las guitarras y el
piano mirándonos y a mi no me gusta..
Qué
cara más graciosa hizo Pablo cuando le he dicho que no sería ahora!
Suelto unas fuertes carcajadas y él terminó riéndose también,
parecíamos dos niños pequeños, riéndonos de nuestras proprias
reacciones, sin ningún complejo, sin molestarnos si las carcajadas
se escuchaban en toda la casa o no, simplemente embarcamos en aquella
marea tan graciosa de risas mientras Pablo empezó a enseñarme todo
aquel pequeño y precioso estudio. Por entre las guitarras, el piano,
los sistemas de sonido y más un océano de otras cosas, entre ellas
cuadernos en que sus hojas demostraban versos de canciones que eran
preciosos y llenos de arte, hojas sueltas juntas en una pequeña
montaña, aquella parte de la casa era seguramente el lugar con más
arte y inspiración de todos.
Aquellas
cuatro paredes, el suelo gris y aquel sofá blanco tenían
seguramente muchísimas historias para contar, al final muchos de los
sucesos de Pablo han sido creados aquí, quizás muchas alegrías y
muchas tristezas han asistido.
Es
como mi madre siempre me ha dicho desde pequeña: podemos gustar
muchísimo de nuestra casa, pero siempre hay aquella parte en que
para nosotros es más especial, dónde pasamos mucha parte de nuestro
tiempo y dónde ahogamos las lagrimas y gritamos las alegrías. La
mía era mi habitación, la de Pablo es este estudio precioso, un
encanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario