Narra
Pablo
Una
hora metido en un dilema total: debería o no repetir la copa de
Martini? Si lo hiciese era muy probable que entraría en la
borrachera total, algo que nunca hizo, entonces decidí simplemente
pagar la copa y salir del bar para no caer en la tentación de
repetir.
Vuelvo
a buscarla en las calles y solo encontré luces y más luces, luces
de las calles y la obscuridad de la noche que parecía no tener fin.
El
móvil empezó a sonar sin parar, mi hermana me llamaba y yo no
contestaba, mi padre fue el siguiente y insistió tanto que terminé
contestando:
-
Qué pasa, papá?
-
Vete a casa que Ainhoa llegó ahora mismo...
-
Me voy corriendo...
Y
cuando llegué casa la vi sentada en la cocina, destrozada y con
señales de que pasó horas llorando, una taza de té estaba justo a
su frente, por entre sus manos. Yo entré, cogí una taza de té
también y me senté a su lado, ella
no me miraba ni yo a ella y las palabras parecían mudas entre
nosotros.
-
Ainhoa... - le digo bajito -
… perdoname por haber gritado contigo...
-
Pablo, cambia de conversación, por favor... es que yo no estoy con
cabeza para esas cosas...
-
Estás bien?
-
Si estuviese bien no me había metido entre copas de Gin Tonic y yo
lo hizo... - me responde rabiosa con ella mismo.
-
Tranquila, eh? - acaricio su espalda – Nada que una buena noche de
sueno no resuelva...
-
Es lo que voy hacer... me voy a dormir que ya no tengo ni condiciones
para charlar porque tengo la cabeza explotando como si fuera una
bomba...
La
acompañé hacia la habitación, Ainhoa se tumbó sobre la cama y en
menos de cinco minutos ya estaba caída en un sueno profundo y
intenso, ni tiempo tuve para quitarse la ropa y vestir el pijama. Yo
hizo eso por ella, con el mayor cuidado quité su ropa, le vestí el
pijama y la cubrí con la sábana.
Narra
Ainhoa
Abro
los ojos y mi cabeza parecía que iba a explotar justo en eso
momento, me dolía tanto la cabeza que poca fuerza tenía para mantener los
ojos abiertos. Pablo ya no estaba a mi lado, miré el reloj y ya
pasaba del medio día. Solo hoy empecé a sentir verdaderamente los
efectos de aquellas cuatro copas de Gin Tonic, una resaca ya un poco
intensa, luego yo que nunca he sentido una resaca así.
Me
puso bajo el agua frío en la ducha y diez kilos de peso en todo mi
cuerpo y mi alma salieron con el escurrir del agua por mi cuerpo
desde la cabeza hasta los pies, me sentía más ligera, más joven,
nací de nuevo.
Estaba
en unos de aquellos días en que los problemas para mi no son
problemas pero sí desafíos que tendré que superarlos si quiero que
la vida siga adelante. Era un día en que tal vez podría soltar una
carcajada, contar un chiste, compartir cariño o entonces podría ser
el opuesto, podría estar más enfadada que nunca, cabrearme con todo
el mundo y querer estar sola, solo yo y yo y nadie más.
Visto
una ropa sencilla, bajo las escaleras y la primera persona que
aparece hacía mí es Elena, que me saludó por la primera vez desde
que llegué aquí.
-
Buenos días, Ainhoa...
-
Buenos días, Elena... - contesto un poco desconfiada. Parece una
tontería, pero verla saludándome por la primera vez me pareció
algo tan raro que simplemente desconfié.
-
Si quieres comer algo, vete a la cocina y sírvete de lo que
quieras...
Pablo
aparece por detrás de Elena, la miró muy sorprendido y después
empezó a hacerme cara de broma para mí, intenté no reírme frente
a Elena porque sino parecía que estaba bromando con ella cuando la
verdad era que Pablo estaba haciéndose del bobito por detrás de su
espalda.
-
Vale, gracias... - le sonrío.
Elena
se va sin darse cuenta de que su hijo estaba allí como espectador de
nuestra conversación corta.
-
Pablo, te voy a matar, hombre! - le susurro.
-
Porqué?
-
Me haces esas caras justo en el momento en que estaba hablando con tu
madre... tuve que hacer un sacrificio enorme para no reírme!
-
Esto ahora tuve su gracia... me pareció algo raro ver a mi madre
teniendo una conversación civilizada contigo... debo preocuparme con
esto?
-
Preocupate con tus guitarras que yo y tu madre tratamos de eso, vale?
-
Y yo ya estaba imaginando vosotras peleándose, tirando los pelos una
al otra y todo! - broma conmigo.
-
Porqué no transformas toda esa imaginación en canciones, eh? -
bromeo yo - Creo que sería muchísimo más útil que estar por ahí
imaginando peleas!
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