Narra
Pablo
-
Está todo bien, Pablo? - pregunta mi padre.
-
No... nada está bien! - respondo cabreado.
-
Qué gritos fueron eses? - llega mi madre.
-
Enhorabuena, mamá...
-
Qué está pasando, hijo?
-
Enhorabuena... - la miro en los ojos – Si tu objetivo era hacer con
que Ainhoa saliese de aquí, lo has conseguido... enhorabuena!
-
No me lo creo...
-
Yo he visto, Elena... - dice mi padre – Se fue de aquí para evitar
que esta casa tenga más discusiones...
La
cara de mi madre parece que cambió por completo con las palabras de
mi padre diciéndole que ella se fue de aquí para evitar que
tengamos más discusiones. Solo espero que cambie de opinión y que
se despierte para la realidad.
No
vaya ser ella a eligir mi pareja, yo elegí a Ainhoa y es con Ainhoa
que me voy hasta el fin, si tuviere que luchar contra todo, lo haré,
no voy a permitir que el amor pase por mi vida y se marche sin yo
hacer nada para que se quede.
Salió
de allí y no sé para dónde fue. Yo estoy más nervioso que nunca,
preocupado porque por el estado de Ainhoa, fácilmente podrá hacer
una locura, si no la conociese tan bien como la conozco, no estaría
tan seguro diciendo esto.
-
Y ahora? - pregunta mi padre.
-
Ahora? Ahora quién vaya salir de aquí soy yo! - recojo mi chaqueta
y las llaves del coche y salgo de allí cerrando la puerta con toda
la fuerza que tenía.
Por
dónde pasaba, miraba todos los rincones a ver si la encontraba y no
he visto nada. Ella no es así tan tonta y si no quiere que nadie le
moleste, estará en un sitio dónde jamás pasará por la cabeza de
alguien. No valdrá la pena buscarla en las próximas horas porque lo
sé que no la encontraré. Irme para casa no es la solución, entro
en un bar y decidí dejar todo mi dolor en las copas. Me siento en la
barra del bar y el camarero me atiende:
-
Una copa de Martini, por favor...
-
Aquí está...
En
media docena de sorbos la copa se quedó vacía completamente, el
hielo que tenía se derritió, se desmoronó, de igual manera que yo
me desmoroné de una forma que todavía está por explicar . Nunca he
gritado de aquella manera con Ainhoa, jamás me he enfadado así con
mi madre y nunca me recuerdo de cabrearme tanto con algo. Esto para
también decir que por la primera vez me creo que la señora que me
dio la vida está equivocándose al respecto de alguien porque lo que
ella seguro está pensando no son cosas buenas y lo que ella no lo
sabe es la grande persona que hay en Ainhoa y que mucha gente piensa
que es una chica que vive en un mundo distinto de aquello que es la
realidad.
Se
equivocan. Ainhoa parece ser una constante adolescente, que
simplemente quiere vivir y no pensar en los problemas. No es no
querer pensar en los problemas, lo que Ainhoa hace es ver lo que de
bueno hay en todo, siempre encuentra algo de positivo en algo que
todos dicen de ser totalmente negativo y su bondad es de un calibre
que nadie piensa que ella tiene. Desde que empecé a vivir con ella
que descubrí su corazón gigante, quién haz donaciones de 20% de su
salario para niños desfavorecidos? Pues ella lo hace, así como es
voluntaria en la institución a la que dona parte de su salario todos
los meses. Siempre tiene formas diferentes de ayudar, formas tan
sencillas pero con tanto valor que me impresiono como llegan tantas
ideas así a su cabeza.
Narra
Ainhoa
Esto
maratón terminó cuando la calle ya estaba con vista completa para
la playa, no existían salidas, la solución sería volver a la calle
principal o seguir adelante. Como en la vida no podemos volver atrás,
porqué yo volvería ahora? No, simplemente seguí adelante y mis
pies pisaron la arena. La noche estaba fría y mismo sintiendo la
triste noche, me senté en la arena y el destino (si es que
existe, no lo sé) hizo con que en mi cabeza pasase la conversación
que tuve con una niña que conocí en la Institución dónde soy
voluntaria.
(Flashback)
-
Cómo te llamas, princesita? - y aquella tímida niña sentada en el
rincón del salón de juguetes, rubia y con unos ojos maravillosos,
me mira y me sonreí.
-
Ainhoa... y tu?
-
Yo también me llamo Ainhoa, guapa... qué haces aquí alejada de los
demás?
Una
lagrima cae por su rosto de piel clarita, sus bonitos ojos medio
verdes, medio marrones se empaparan y me destrozó por completo el
corazón. No me respondió ni yo insistí para hacerlo. Simplemente
la abracé y ella me aprieta con toda la fuerza que tenía. Ella
necesitaba de tan solo un abrazo y nadie todavía le tenía dado uno.
Este mundo está tan cambiado que ya nadie está disponible para un
abrazo a una niña... no es motivo para indignarse?
-
No llores, rubita... tu eres tan guapa... - le digo con todo el
cariño.
-
Ellos no me quisieron...
Sabía
perfectamente de lo que estaba hablando. Una pareja casada no le
había adoptado porque descubrieron que ella tenía una enfermedad
respiratoria y han dicho a la institución que querían un niño sin
enfermedades.
-
Mirame, pequeñita... - le digo ya entre lagrimas – No te quedes
triste, ellos no te querían de verdad y sabes... tu mereces alguien
que te quiera así muchísimo!
-
Me han dicho que cuando se quiere mucho a alguien, nos damos abrazos
y besos y esas cosas...
-
Y ellos te han dado algo?
-
No... tu me estás dando... y me gustas mucho...
-
Por supuesto que sí princesa... - me senté en el suelo y la puso en
mi regazo – Sabes, te voy a contar un secreto... yo también estoy
triste...
-
Porqué?
-
Sabes, a veces las personas te juzgan por aquello que no eres de
verdad y...
-
No le hagas caso, Ainhoa... - y con estas palabras, yo me quedé
mirándola muy sorprendida - … las personas tienen que aceptarte
como eres...
-
Yo lo sé...
-
Sabes, una chica jamás debe pensar que es un problema... los
problemas no son los humanos, los problemas son algo que los adultos
crean y nadie sabe el porqué...
(Fin)
Increíble
como una niña de tres años me ha dicho esto. Esto se sucedió de
verdad, Ainhoa es una niña que hace mucho tiempo que no la veo así
como todos los peques de allá. Es en momentos como estos que estar
con ellos es la mejor terapia que cualquier
adulto
puede tener, la inocencia de los más pequeños, la forma como ellos
miran las cosas al rededor de ellos y como miran el mundo es algo que
fabuloso. Todo el niño pequeño desea ser adulto pronto, pero cuando
llega a ser adulto, desea volver a ser niño otra vez, qué mundo es
este!
En
eso momento sentí un tremendo anhelo de sus abrazos tan tiernos, de
nuestros juegos tan divertidos, me he dado cuenta que ya no puedo
pasar tanto tiempo como he pasado sin hacer una visita a la
institución, todas las veces que por allí piso el suelo, aprendo
nuevas cosas, nuevas formas de ver la vida y de enfrentar el mundo.
Aquella
pequeña rubita tenía razón, yo no soy un problema, como he dicho a
Pablo y Elena tiene que aceptarme como soy. Las lagrimas caían, las
olas de la playa comían la arena y luego volvían a la mar y yo para
ahogar tanto agua que mis ojos empaparan por tanto tiempo, me dirijo
hacía el bar más cerco de allí y el Gin Tonic fue la solución
para todo.
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