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miércoles, 6 de agosto de 2014

57. Diosa

Narra Pablo
Abro los ojos, estaba tan lleno de sueno que volví a cerrarlos, pero no me quedé dormido. Como siempre lo hago todas las veces que me despierto, muevo una de mis piernas a ver si toca en alguna de Ainhoa para certificarme de que ella está a mi lado. En esta vez yo muevo de un lado para el otro y no toqué en nada. La habitación estaba totalmente sin luz, en una plena oscuridad, encendí la luz y a mi lado a penas estaba su almohada.
Me levanto, me desperezo porque sin esto yo soy un auténtico zombi caminando por esta casa y salgo de la habitación. Eran cinco y media de la mañana de un Viernes gris en Madrid, en pleno mes de Marzo, sin regalar la ciudad con las señales de la Primavera.
En el momento en que estaba casi llegando a la puerta de la cocina, la veo y os juro que aquel pijama que vestía es algo de precioso. Camiseta de tirantes blanca, pantalones cortos llenos de encajes negros, las dos prendas en tu tejido tan transparente que todo aquel cuerpo, que me hace perderme en las mejores sensaciones que siento, haz relucir aquellas curvas, curvas tan perfectas que ni el mejor escultor del mundo puede hacerlas en sus obras.
Me quedé parado un poco antes de la puerta, ella seguía con su vida, quitando su taza del microondas, poniendo colacao en ella y mezclando todo aquello con la cucharilla. Os digo que mismo estando aquel estado, despeinada, en pijama y sin maquillaje, es una auténtica diosa, ella lo es constantemente porque sino no me había robado el corazón.
Tenía ganas de agarrarla en eso momento y acariciarla lo más que pueda, pero al mismo tiempo quería estar así, contemplándola sin parar, contemplando desde su cuerpo hasta aquella sencilla taza que ahora parecía que tenía algo de especial.
Pasaron largos minutos sin ella darse cuenta que yo estaba allí mirándola porque estaba con la espalda virada por mí. No fue por mucho tiempo. Se gira con la taza en las manos y me avistó. Hizo una cara de sorpresa y dibuja una sonrisa.
- Qué haces despierto a estas horas? - me pregunta.
- Eso pregunto yo a ti... qué haces despierta tan temprano?
- Has olvidado que hoy tenía que despertarme más temprano para irme al trabajo?
- Es verdad! Me olvidé completamente... pero me vas a dejar solo en la cama?
- Que exagero! Son a penas unas horitas, no es una noche entera!
No resistí a aquella cara que era una auténtica monada. Me acerqué a ella y mis brazos cercaron su cintura que tantas veces me hizo volverme loco en la cama, en noches de amor tan buenas y tan intensas que no hay droga que sea más fuerte que aquello.
- Es realmente necesario que tengas que irte más temprano tres horas que lo normal? - y empiezo un juego de besos en boca, pasando muchas veces por su cuello de aroma tan exclusivo y fabuloso.
- Te lo digo que si no fuese tan importante como lo es, yo no estaría despierta a estas horas, mi amor...
Todos aquellos besos y demuestras de amor que me daba me llevaron al estado de quererla, de tenerla en mis brazos sin ninguna interrupción, el deseo de tomarla de los pies a la cabeza y dejar que ella me vuelva loco, porque Ainhoa lo sabe hacerlo perfectamente.
La agarré aún más fuerte, cara con cara, sin distancia, y con tan solo una caricia en la espalda la tomé en mis brazos y me dejé llevar.

Narra Ainhoa
Pero por qué cojones, por qué ostias o por lo que sea que yo no resisto a esto chico ni una sola vez? Estoy desgraciada con Pablo! Y para aquí estoy yo diciendo tonterías tras tonterías cuando la verdad es que aquella taza de leche que tenía intenciones de beberla antes de irme a vestir se quedó llena en la cocina y yo me fui perderme en el cuerpo de Pablo en la habitación. No vale la pena, aquel chico me pone fuera de mí y no hay nada ni nadie que lo vaya cambiar.
Porque es solamente él que lo sabe cómo puede volverme en un estado de locura tan loco que decir que estoy loca no es suficiente, porque él sabe hacerme el amor de una manera tan bonita, intensa, larga y pura que el cielo deja de ser el limite, el limite pasa a ser el infinito y algo más, no hay tabús, no hay pausas, pero sí gemidos de placer, caricias y besos constantes y declaraciones de amor tan sinceras y sencillas que ni el mejor escritor de mundo puede escribirlas en sus libros, son cosas tan espontáneas en el medio de algo tan imprevisible y bonito que cada palabra que sale es amor por completo.
Fui callada a besos, muerta por las cosquillas, asfixiada de abrazos y caricias, grité por el amor, mi cuerpo ha visto su lengua y sus manos acariciándolo mientras la respiración era muy rara en aquella habitación oscura, en el medio de aquellas sábanas blancas, por encima de aquel colchón que tantas veces ya soportó el rozar de nuestros cuerpos, la fundición de ellos, los gemidos, orgasmos y gritos de nuestros nombres. Cuantas veces esto colchón fue arañado por mis uñas porque Pablo por encima de mi cuerpo era el rey del mundo y me llevaba a los lugares más paradisíacos de esto mundo!
Así se pasaron horas, horas suficientes para hacerme correr como nunca cuando por fin me fui a vestirme para irme al trabajo. Miré el reloj y ya me encontraba cuatro horas retrasada. Me visto en una fracción de minutos, recojo todo lo que necesito y salgo de casa corriendo.
Las calles de Madrid nunca me han visto correr tanto como hoy estoy corriendo. Los 15 minutos que normalmente son la duración del “viaje”, se trasformaron en unos 7, ni yo en el gym corro con tanta velocidad.
Entro en la empresa corriendo, la recepcionista me mira muy sorprendida, subo las escaleras en segundos y corro por aquel pasillo. Entro en el escritorio y por fin un ratito de descanso que ya hizo ejercicio físico suficiente para unos cuatro días, seguramente.
- Joderrrrr! Dónde se metió Ainhoa? - grita mi jefe en el pasillo.
Me espera un día muy intenso con un jefe completamente enfadado conmigo. Él vaya perder la cabeza y ahí nada vaya ser bueno para mi lado.
- Ainhoa llegó ahora mismo corriendo! - grita alguien.
- Pero ella está loca?! Alguien que la llame para irse a mi escritorio que tendremos que tener una conversación muy seria!

- Estoy jodida... - murmuro.


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