Narra
Pablo
Un
nuevo día amanece y yo enciendo la esperanza de que la próxima
visita del médico sea para decirme que puedo salir de aquí y que ya
estoy bien. Mientras eso no se sucede, termino el desayuno asqueroso
que me dieron, algo muy típico en cualquier hospital de esto mundo y
Ainhoa llega con su cara de ironía.
-
Qué haces así acostado a la camilla?
-
Así como?
-
Así... pareces que estás en la playa...
-
Eso es porque estoy harto de estar aquí...
-
Solo he pasado un día y ya estás harto? Joder, después dime que
soy yo que no tengo paciencia ninguna!
-
No veo la hora del médico llegar y decirme que puedo marcharme de
esta cosa...
Aún
estaba terminando la frase y el médico entra por aquella puerta. Con
el estetoscopio al rededor de su cuello, se acerca de mí y me mira
muy serio.
-
Pablo, tenemos un problema para resolver...
-
Qué problema?
-
No es problema ninguno, estaba bromando... - se reí – Bueno, veo
que está muy bien... creo que ya no será mala idea dejarlo
marcharse de aquí...
-
Eso es, necesito de buenas noticias...
-
… pero no vaya salir de aquí y hacer lo que quiera... saldrá de
aquí y tendrá que hacer un descanso así un poco largo, comprende?
Hay que relajarse al máximo, todo el tipo de actividades que lo
hagan relajar son permitidas... y se me permite decirle esto... si
hacer el amor le relaja, haga las veces que le de la gana!
Un
médico más directo que él es imposible! Por lo menos ha dicho todo
sin complejos. Yo le miré muy serio cuando me ha dicho que puedo
hacer el amor cuantas veces me de la gana así como Ainhoa, que le
miró con una cara tan seria que tuve que contenerme para no reírme.
Seguro que debe estar pensando que esto médico es un loco!
Por
fin salí de aquel hospital y me fui para casa, nunca una llegada a
casa fue tan buena como esta porque en esta vez lo sé que a partir
de ahora la presencia de Ainhoa será constante, que por fin mi
apartamento tendrá en su cotidiano una persona más habitando en él.
Narra
Ainhoa
Pongo
la llave en la cerradura, hago con que ella gire y la puerta se abre.
A partir de hoy, esta será la puerta que todos los días yo voy a
salir y entrar, la puerta que hará con que un nuevo capitulo
comience.
Ya
tengo en mi mente la idea de que el comienzo de todo esto no será
fácil, que fundir dos modos de vida un poco distintos en un solo
será una tarea muy ardua, pero seguro que con el tiempo aquel
esfuerzo que hicimos en el comienzo será compensatorio.
En
el salón hay un rincón lleno con todas mis cosas, entre maletas,
cajas y más cajas, bolsas y más bolsas, todo para poner en su
sitio.
Llevo
las maletas para la habitación, abro el armario de Pablo y veo que
tengo en mis manos una misión casi imposible. Su armario está
llenísimo y ya no hay espacio ninguno para poner algo más.
-
Muy bien, Ainhoa... esto es solamente un armario lleno! - hablo sola
en la habitación.
Comienzo
a ver dónde puedo ahorrar espacio, que son muy pocos y pienso en una
estrategia inteligente de hacer con que toda su ropa así como la mía
que también es muchísima, esté toda en esto armario.
La
solución: dejar el armario completamente vacío y poner todo de
nuevo. Aquellos que dicen que solamente las mujeres tienen miles de
ropas es porque aún no han visto el armario de Pablo!
Pablo
entra en la habitación y haz una cara de asustado:
-
Qué confusión es esta?
-
Qué confusión? Esta confusión es tu ropa, señorito...
-
Cómo vas a poner todo eso ahí juntamente con la tuya?
-
Qué bella pregunta... es que yo no lo sé...
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