Narra
Pablo
Entro
en el ascensor sin tener la noción de lo que hizo. Me siento tan
desorientado que lo que quiero ahora es escaparme de esto mundo.
Todo
esto es muy extraño, sufro por salir de allí dejándola sufriendo,
pero al mismo tiempo mi mente me ha dicho que necesito de un tiempo
para interiorizar esta relación que en ocho meses ya ha desarrollado
tanto.
No
sé si es miedo de la realidad, no sé si es simplemente querer estar
desconectado por poco tiempo en que pronto volverá todo a la
normalidad y que volveré a estar a Ainhoa, la chica que amo a pesar
de todo lo que siento ahora.
La
época navideña está empezando y yo sigo ya trabajando en el
próximo disco y en la próxima gira, pero todavía aún hago
apariciones en programas de televisión, haciendo un balance de la
gira que terminó y hablando de mis proyectos para el futuro.
No
está siendo nada fácil, tengo que dibujar sonrisas por dónde paso
cuando lo que siento de verdad es tristeza, me siento un auténtico
gilipollas porque no fui capaz de confiar en una persona que se ha
entregado a mi completamente, que confía en mi y yo la quiero
locamente. Pero por qué esto se sucede?
Fueron
días de auténtico sacrificio, todo el mundo me ve tranquilo,
sonriendo, pero cuando estoy solo, entre las cuatro paredes de mi
casa, la sonrisa desaparece, un torbellino de malas energías entra
en mi cuerpo y me hace buscar algo que no sé lo que es.
Mismo
cuando me fui para Málaga para pasar esta época tan bonita del año,
me siento igual. Pensé que podría olvidar un poco todo lo que se
pasó estando junto a mi familia, pero el resultado fue mucho peor.
Estoy
junto a las personas que quiero, pero allí falta una persona para el
grupo de los que amo estar completo. Falta ella, falta la hija de la
enfermera Pilar, falta la hija del General Martínez, falta la chica
que es la más pequeña de tres hermanos, falta Ainhoa y eso es una
parte importante.
La
necesito, la llamo por teléfono pero siempre llego al buzón de voz,
le dejo miles de mensajes y ninguna respuesta tuve hasta ahora. La
foto que hicimos en el concierto de Barcelona es ahora mi pantalla de
móvil, antes tenía la foto de mis sobrinas. Estamos los dos juntos,
ella sonriendo con su manera tan suya, tan natural y yo a su lado,
con una sonrisa tan grande o tal vez más grande que el mundo entero.
-
A ver hermanito, tengo una noticia que creo que te va a animar
muchísimo... - dice mi hermana, viendo que no estoy nada animado
mismo siendo el mágico día de 24 de Diciembre.
-
Pues cuéntala, estoy curioso...
-
Pronto tendremos más un pequeño en esta casa... - sonreí de una
manera muy bonita mi hermana, una de mis mejores amigas desde
siempre.
-
Felicidades! - me quedé feliz por un rato, al final la llegada de
una nueva vida al mundo es siempre es una buena noticia, por mucho
que estemos mal.
Narra
Ainhoa
Intento
seguir con mi vida adelante, pero no puedo ni quiero. Al final por
fin he encontrado el hombre que quiero de verdad, quiero estar con
él. Mi móvil suena muchísimas veces con sus mensajes en el buzón
de voz. Yo no escucho ninguna, no quiero torturarme más, sufrir más
de lo que estoy sufriendo.
Pasaron
casi cuatro semanas desde aquel día, desde aquel momento en que vi
Pablo marcharse sin nada decirme. Desde eso momento que no hablo con
él, que evito cueste lo que cueste ver sus noticias en la televisión
para no llorar aún más. Hace cuatro semanas que él sigue dejando
mensajes en el buzón de voz, cuatro semanas en que raramente
pronuncio la palabra que antes quería pronunciar constantemente,
Pablo.
Esta
Navidad fue diferente de las demás Navidades de los otros años.
Esto año hay una persona más en la mesa que es Sara, Juan y María
están un poco mayores, mis padres están orgullosos de ver la mesa
con más gente y Pedro y Mario siempre embobados con sus mujeres. La
única que sigue igual al año pasado soy yo, o tal vez no.
Así
como en el año pasado, no vino acompañada, estoy sola, sigo
viviendo en Madrid y haciendo la torta de Navidad que hago desde mis
quince años. Bueno, físicamente todo está igual, cuanto a los
sentimientos eso ya no puedo decir lo mismo y creo que es aquí que
se puede decir que también existió algo que cambió.
No
estoy la chica que hablaba constantemente como en los otros años. No
estoy con ganas de jugar póquer con mi familia, no estoy esperando
con muchas ganas la llegada de mis abuelos. Nada.
Estoy
cabizbaja, callada, pocas son las palabras que salen de mi boca y lo
que quiero es que esto termine rápidamente para cerrarme en la
habitación.
Esto
se repitió en el Año Nuevo. A las 2 de la mañana ya estaba
haciendo la despedida de mi familia para irme a la habitación. Todo
el mundo extrañó porque en esto día siempre me quedaba despierta
hasta las cinco, seis de la madrugada, siempre muy enérgica y
hablaba tanto que mi familia se impresionaba cómo podía hablar
tanto sin cansarme.
En
la noche de Reyes, fue diferente, para mi fue peor que en la Navidad
y que en el Año Nuevo. Fue horrible.
Cuando
llegó la hora de los regalos, todos nos fuimos a buscar nuestros
regalos y yo entré un poco en el espirito gracias a los peques.
Estaba ya un poco contenta, pero no fue por mucho tiempo.
Comienzo
a abrir los regalos y todo estaba muy bien hasta que mi madre me
entrega su regalo:
-
Toma, cariño... - me entrega una pequeña caja roja con un lazo
dorado.
La
abro muy contenta, pero cuando vi lo que estaba dentro, yo nada hizo.
Allí estaba el disco de Pablo, el tan famoso disco “Tanto” que
dicen ser lo más vendido en España.
-
Te gusta?
-
Sí... - no controlo el lloro y mis lagrimas caen seguidamente por
mis ojos – Me ha gustado, mamá...
Todos
me miran muy sorprendidos porque nunca en mi vida yo he llorado por
un regalo de Reyes y seguro que se creen que estoy siendo una inútil
en llorar por un disco. Lo que no lo saben es que este disco es del
hombre que quiero y que se ha marchado sin nada decirme, que ahora me
deja mensajes en el buzón de voz y nada más.
-
Ainhoa, cariño, estás bien? - pregunta mi padre.
Me
desespero tanto que mi reacción fue correr, salir de aquel salón,
subir las escaleras y cerrarme en mi habitación. Me tumbo en la cama
con el disco en mis manos y no sé si debo tirarlo a una pared o
agarralo como si de un diamante se tratase.
Siento
rabia, dolor, sufrimiento total y unas ganas imposibles de se
controlar de estar con él, de sentir sus labios ardiendo en los
míos, del rozar de su barba en mi cara y me pregunto porqué esto
tuve que ser así? Porqué?
Será
que nací solamente para sufrir en relaciones? Esto será así? No
habrá nada más que ocho meses muy bien pasados?
Es
un sufrimiento muy grande, sufrimiento mudo, una rosa muy bella llena
de espinos, en que te picas cuando la tocas. Una día de sol que sin
embargo se transformó en un día gris, de tormenta, de lluvia, así
están mis sentimientos.
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