Narra
Pablo
Último
concierto de la gira antes de partir para Latinoamérica. Así
termina la segunda semana de Septiembre, así terminan cuatro meses
de tantas emociones, tantas subidas a escenario, tantas noches
pasadas de una manera tan mágica.
Fue
el último conci y creo que fue de los más emocionantes en toda mi
carrera. La gente suelta sus voces totalmente, cantan, gritan,
saltan, todo esta energía es increíble y yo, encima del escenario,
no contengo mis lagrimas, la emoción es muy grande.
Por
entre aquellos miles de personas que me están viendo, está mi
princesa, la chica que quiero más que todo, que tiene sus lagrimas
cayendo por su rosto perfecto y de piel suave. Sonreí para mí,
hazme señal para dar todo lo que tengo y yo descargo toda mi energía
en el piano, en la guitarra, en mi voz.
Elegí
a Ainhoa y a nadie más porque es la persona que me hace feliz, que
tengo en mi mente siempre. Es la persona por la cual arriesgué a
decirle todo lo que sentía de verdad y no importó en nada la
reacción que podría tener. Es la dueña de mis pensamientos,
siempre me pregunto dónde ella estará cuando estoy lejos de ella,
así como me pregunto si estará bien, lo que estará haciendo, en lo
que estará pensando cuando no estoy a su lado. Es la chica por la
que me muero de celos si le miran de una manera diferente o si le
dicen cosas, la mujer que no cambio ni por nada ni por nadie.
La
encontré por casualidad, la conocí y acabé por descubrir como ella
mastica los chicles de menta que tanto le gustan, como bebe la
Coca-Cola, de la cual es una fan incondicional. Conocí como ella
baila cuando nadie la está viendo, como huele en cada momento de su
día. La conocí con y sin maquillaje, peinada perfectamente y
despeinada más que nunca, conocí el aroma tan único de su pelo
marrón. Conozco su pasión por las palomitas de chocolate, otra
pasión que comparto con ella, como se emociona cuando ve una peli o
una serie más romántica. Sé las cosas que la hacen enfadar, como
por ejemplo las injusticias y la pobreza, sé de su manía de pensar
que jamás saldrá perfecta en una foto.
Conozco
su pasión por el piano, por la literatura y por la escrita, que no
pasa más de dos días sin escribir algo en su diario que nadie lo
lee. Sé que le gusta verme vestido con camisa blanca, que no le
gusta que tenga el pelo un poco despeinado, que se muere de vergüenza
cuando le llamo de princesa y que por lo menos una vez por más es
voluntaria en un centro de niños para adopción.
Bueno,
acabé por conocer todo de ella y aún así la sigo queriendo como en
el primer día.
Narra
Ainhoa
Anoche
las emociones estuvieron al rubro, esto fin de gira fue inolvidable,
la noche fue de pura magia y no hay palabras para describir. Podría
estar aquí escribiendo un montón de páginas y de palabras, pero la
esencia pura del concierto jamás sería descrita correctamente.
Solamente quién vivió aquel concierto en la primera persona lo
sabe.
En
el día me despierto llena de sueno, pero aún así me fui a trabajar
porque yo vino a Zaragoza por eso y fue por eso que estuve en el
conci de Pablo sino de otra manera no estaría.
Aún
no he hablado con Pablo desde anoche después del concierto y como
hoy tendrá que hacer muchas entrevistas, me ha dicho sería él que
me llamaría así yo no corría el riesgo de llamarle justo en una
hora en que estuviese haciendo una entrevista.
Me
dirijo al Ayuntamiento de Zaragoza, dónde pasaré mi día. Todos me
reciben muy bien, me presentan todo lo que esta ciudad tiene para
ofrecer y ahora soy yo, solamente yo, que tendré que andar la ciudad
en una tarde, seleccionar los mejores lugares para representar la
ciudad, escribir sobre ellos y hacer más un montón de cosas que me
parecen imposibles en tan solo un día.
La
mañana fue de reuniones, el almuerzo fue comido mientras ya estaba
caminando por la ciudad a la descubierta de lugares interesantes y
sigo esperando la llamada de Pablo.
La
tarde sigue pasando, yo corro y corro cada vez más a ver si puedo
descubrir la ciudad en lo menor tiempo posible y nada. Ni llamada de
Pablo ni siquiera una señal de su existencia.
Comienzo
a quedarme preocupada con esto, me descontrolo y sin embargo ya no lo
sabía lo que estaba haciendo, dónde tenía que ir, lo que tenía
que escribir, estaba totalmente desorientada.
Bebo
el café, mi arma es esto tipo de situaciones y la cafeína comienza
a tener sus efectos y vuelvo a la “normalidad” mismo estando
desesperando por la llamada de Pablo.
Con
esto todo pierdo una hora, una hora sin hacer nada, llega la noche y
sigo caminando por la ciudad a paso voraz, queriendo volver al hotel
para terminar todo esto.
Media
noche y estaba abriendo la puerta de la habitación del hotel. Me
esperaban la escrita de cinco textos sobre cinco lugares, me esperan
unas largas horas de trabajo y yo ya estaba agotada.
No
ceno, miro el móvil un millón de veces y no veo ni mensajes ni
llamadas de Pablo. Intento llamarle, su móvil estaba apagado. No sé
lo que se está pasando, él me prometió, lo juró que iba a
llamarme y qué? No me llama, no envía un mensaje, no dice nada de
nada.
Me
siento en la silla, pongo el ordenador en la mesa y comienzo la
difícil tarea de escribir cinco textos con mi mente necesitando
descansar porque el día fue intenso.
Las
teclas de mi ordenador son torturadas por mis dedos a estas horas,
horas que dicen que debería estar durmiendo profundamente.
Alguien
golpea a la puerta, era un señor del hotel:
-
Perdón señorita Ainhoa, pero tengo que entregarle esto... - tenía
una caja azul y una carta en sus manos.
-
De quién vino esto?
-
Me han dicho que una señora llamada Mariola la ha entregado ahora y
ella ha dicho que venía de Pablo... - me entrega la carta y la caja.
-
Buenas noches... - el señor se preparaba para irse pero le
interrumpí:
-
Espere un poco, por favor...
-
Señora, tengo que decir a la señora Mariola que le entregué eso...
-
Sí, espere dos minutos, por favor...
Abro
la carta y allí estaba un papel escrito a la mano:
“Ainhoa,
yo estuve ocupado todo el día y con el stress no tuve tiempo para
llamarte. Sé que esto no es justificación, pero te pido perdón por
eso. Me siento mal con esto. Espero que me comprendas y espero que te
guste el regalo. Te quiero princesa. Pablo”
No
me lo creí en lo que estaba leyendo, él no tuve tiempo para
llamarme? Pero cómo?
Abro
la caja azul y veo un collar dorado, me parece un collar de oro.
Luego cierro la caja de rabia y la entrego al señor.
-
Puede devolver todo esto a Mariola...
-
Pero...
-
Por favor, hágame eso... y dígale para decir a eso Pablo que no hay
carta que puede justificar lo que él hizo hoy!
-
Muy bien... disculpe las molestias...
-
No pasa nada, buenas noches... - y cierro la puerta.
Caí
en un hoyo profundo, negro y frío. Mi cuerpo parece que se cayó en
un hoyo y mis lagrimas se caen como el agua en una cascada.
No
hay excusas, para quién vivía diciendo que no me olvidaba y que
haría todo por mí y hoy no tuve ni siquiera unos cinco segundos
para decirme un hola? Me juró ayer que me llamaría y no cumple con
lo que juró?
No
me conformo, lloro y sufro. El dolor de ser lastimado por una persona
en que creías que jamás te haría daño duele más que tener
docenas de cuchillos espetados en tu cuerpo, duele más que quitar un
órgano sin anestesia, duele de una manera tan fuerte que ni las
lagrimas retratan el dolor que se siente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario