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domingo, 20 de julio de 2014

39. No hay excusas

Narra Pablo
Último concierto de la gira antes de partir para Latinoamérica. Así termina la segunda semana de Septiembre, así terminan cuatro meses de tantas emociones, tantas subidas a escenario, tantas noches pasadas de una manera tan mágica.
Fue el último conci y creo que fue de los más emocionantes en toda mi carrera. La gente suelta sus voces totalmente, cantan, gritan, saltan, todo esta energía es increíble y yo, encima del escenario, no contengo mis lagrimas, la emoción es muy grande.
Por entre aquellos miles de personas que me están viendo, está mi princesa, la chica que quiero más que todo, que tiene sus lagrimas cayendo por su rosto perfecto y de piel suave. Sonreí para mí, hazme señal para dar todo lo que tengo y yo descargo toda mi energía en el piano, en la guitarra, en mi voz.
Elegí a Ainhoa y a nadie más porque es la persona que me hace feliz, que tengo en mi mente siempre. Es la persona por la cual arriesgué a decirle todo lo que sentía de verdad y no importó en nada la reacción que podría tener. Es la dueña de mis pensamientos, siempre me pregunto dónde ella estará cuando estoy lejos de ella, así como me pregunto si estará bien, lo que estará haciendo, en lo que estará pensando cuando no estoy a su lado. Es la chica por la que me muero de celos si le miran de una manera diferente o si le dicen cosas, la mujer que no cambio ni por nada ni por nadie.
La encontré por casualidad, la conocí y acabé por descubrir como ella mastica los chicles de menta que tanto le gustan, como bebe la Coca-Cola, de la cual es una fan incondicional. Conocí como ella baila cuando nadie la está viendo, como huele en cada momento de su día. La conocí con y sin maquillaje, peinada perfectamente y despeinada más que nunca, conocí el aroma tan único de su pelo marrón. Conozco su pasión por las palomitas de chocolate, otra pasión que comparto con ella, como se emociona cuando ve una peli o una serie más romántica. Sé las cosas que la hacen enfadar, como por ejemplo las injusticias y la pobreza, sé de su manía de pensar que jamás saldrá perfecta en una foto.
Conozco su pasión por el piano, por la literatura y por la escrita, que no pasa más de dos días sin escribir algo en su diario que nadie lo lee. Sé que le gusta verme vestido con camisa blanca, que no le gusta que tenga el pelo un poco despeinado, que se muere de vergüenza cuando le llamo de princesa y que por lo menos una vez por más es voluntaria en un centro de niños para adopción.
Bueno, acabé por conocer todo de ella y aún así la sigo queriendo como en el primer día.

Narra Ainhoa
Anoche las emociones estuvieron al rubro, esto fin de gira fue inolvidable, la noche fue de pura magia y no hay palabras para describir. Podría estar aquí escribiendo un montón de páginas y de palabras, pero la esencia pura del concierto jamás sería descrita correctamente. Solamente quién vivió aquel concierto en la primera persona lo sabe.
En el día me despierto llena de sueno, pero aún así me fui a trabajar porque yo vino a Zaragoza por eso y fue por eso que estuve en el conci de Pablo sino de otra manera no estaría.
Aún no he hablado con Pablo desde anoche después del concierto y como hoy tendrá que hacer muchas entrevistas, me ha dicho sería él que me llamaría así yo no corría el riesgo de llamarle justo en una hora en que estuviese haciendo una entrevista.
Me dirijo al Ayuntamiento de Zaragoza, dónde pasaré mi día. Todos me reciben muy bien, me presentan todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer y ahora soy yo, solamente yo, que tendré que andar la ciudad en una tarde, seleccionar los mejores lugares para representar la ciudad, escribir sobre ellos y hacer más un montón de cosas que me parecen imposibles en tan solo un día.
La mañana fue de reuniones, el almuerzo fue comido mientras ya estaba caminando por la ciudad a la descubierta de lugares interesantes y sigo esperando la llamada de Pablo.
La tarde sigue pasando, yo corro y corro cada vez más a ver si puedo descubrir la ciudad en lo menor tiempo posible y nada. Ni llamada de Pablo ni siquiera una señal de su existencia.
Comienzo a quedarme preocupada con esto, me descontrolo y sin embargo ya no lo sabía lo que estaba haciendo, dónde tenía que ir, lo que tenía que escribir, estaba totalmente desorientada.
Bebo el café, mi arma es esto tipo de situaciones y la cafeína comienza a tener sus efectos y vuelvo a la “normalidad” mismo estando desesperando por la llamada de Pablo.
Con esto todo pierdo una hora, una hora sin hacer nada, llega la noche y sigo caminando por la ciudad a paso voraz, queriendo volver al hotel para terminar todo esto.
Media noche y estaba abriendo la puerta de la habitación del hotel. Me esperaban la escrita de cinco textos sobre cinco lugares, me esperan unas largas horas de trabajo y yo ya estaba agotada.
No ceno, miro el móvil un millón de veces y no veo ni mensajes ni llamadas de Pablo. Intento llamarle, su móvil estaba apagado. No sé lo que se está pasando, él me prometió, lo juró que iba a llamarme y qué? No me llama, no envía un mensaje, no dice nada de nada.
Me siento en la silla, pongo el ordenador en la mesa y comienzo la difícil tarea de escribir cinco textos con mi mente necesitando descansar porque el día fue intenso.
Las teclas de mi ordenador son torturadas por mis dedos a estas horas, horas que dicen que debería estar durmiendo profundamente.
Alguien golpea a la puerta, era un señor del hotel:
- Perdón señorita Ainhoa, pero tengo que entregarle esto... - tenía una caja azul y una carta en sus manos.
- De quién vino esto?
- Me han dicho que una señora llamada Mariola la ha entregado ahora y ella ha dicho que venía de Pablo... - me entrega la carta y la caja.
- Buenas noches... - el señor se preparaba para irse pero le interrumpí:
- Espere un poco, por favor...
- Señora, tengo que decir a la señora Mariola que le entregué eso...
- Sí, espere dos minutos, por favor...
Abro la carta y allí estaba un papel escrito a la mano:
Ainhoa, yo estuve ocupado todo el día y con el stress no tuve tiempo para llamarte. Sé que esto no es justificación, pero te pido perdón por eso. Me siento mal con esto. Espero que me comprendas y espero que te guste el regalo. Te quiero princesa. Pablo”
No me lo creí en lo que estaba leyendo, él no tuve tiempo para llamarme? Pero cómo?
Abro la caja azul y veo un collar dorado, me parece un collar de oro. Luego cierro la caja de rabia y la entrego al señor.
- Puede devolver todo esto a Mariola...
- Pero...
- Por favor, hágame eso... y dígale para decir a eso Pablo que no hay carta que puede justificar lo que él hizo hoy!
- Muy bien... disculpe las molestias...
- No pasa nada, buenas noches... - y cierro la puerta.
Caí en un hoyo profundo, negro y frío. Mi cuerpo parece que se cayó en un hoyo y mis lagrimas se caen como el agua en una cascada.
No hay excusas, para quién vivía diciendo que no me olvidaba y que haría todo por mí y hoy no tuve ni siquiera unos cinco segundos para decirme un hola? Me juró ayer que me llamaría y no cumple con lo que juró?
No me conformo, lloro y sufro. El dolor de ser lastimado por una persona en que creías que jamás te haría daño duele más que tener docenas de cuchillos espetados en tu cuerpo, duele más que quitar un órgano sin anestesia, duele de una manera tan fuerte que ni las lagrimas retratan el dolor que se siente. 

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