Narra
Ainhoa
Yo
pensaba que ya tenía visto todo el tipo de locuras existentes en el
mundo, pero me equivoqué completamente. Olvidarse de compromisos de
trabajo por estar con una persona es una locura que nunca tenía
visto y por casualidad (o tal vez no) yo la he visto en la primera
persona.
Quién
se olvida de algo tan importante de esa manera? Me sorprendo, será
que el amor es así tan fuerte para hacer con que las personas se
olviden que viven en un mundo? Todo el mundo que tiene mi edad ya
debe saber esto muy bien, pero yo, como soy siempre diferente de los
demás, solo aprendí ahora. De hecho, yo no soy la persona ideal
para dar consejos sobre el amor, al final yo no sé nada de esto
asunto y todo me parece muy nuevo. A ver, quizás yo sé todo sobre
el amor, pero después de estar tanto tiempo sin sentirlo, quizás
ahora tenga la sensación de que todo parece nuevo. No sé, es una
confusión total.
Me
inspiré tanto con el piano que Pablo me ha regalado, que todos los
días, después de llegar del trabajo, reservo dos horas para tocarlo
y ya aprendí a tocar la canción que mis padres dicen que ha marcado
sus vidas. Increíble, en siete días aprendí a tocar una canción
en el piano, algo que no se sucedía hace un montón de tiempo.
Hoy
es un día especial. Hoy hace 34 años que mis padres se casarán y
por supuesto que no podía faltar a la grande fiesta que ellos
preparan para toda la familia. Todos los años se sucede esto,
siempre en el restaurante de mi tío Antonio, hermano de mi padre,
hay un almuerzo, es decir, uno banquete, dónde toda la familia está
junta.
La
fecha es tan especial que todos nos ponemos con ropa de gala, como si
fuéramos a uno matrimonio. Es una de las pocas veces que toda la
familia se junta, tíos, abuelos, primos, hermanos, mi familia es tan
grande que en el grande salón del restaurante debemos ser casi unas
setenta personas.
Mi
madre está hermosísima con su vestido rojo y mi padre, como
siempre, viste su orgulloso uniforme de General del Ejército y qué
guapo se queda también. Es inspirador ver que después de tantos y
tantos años, que mis padres siguen sintiendo un amor tan fuerte.
No
hay dinero que pueda pagar el placer de estar con la familia
almorzando, todos en perfecta sintonía y recordando los tiempos en
que yo y mis hermanos éramos pequeñitos, que nos hacía una ilusión
tremenda pasar los veranos en la casa de vacaciones en Barcelona.
-
Te recuerdas de aquel día en que dormirnos todos en mi habitación y
que empezamos a jugar a los fantasmas? - pregunta Mario.
-
Y la cara de Ainhoa qué tenía miedo de ellos? - pregunta Pedro.
-
Yo tenía tres años! - les digo – Y aquella vez en que yo y Pedro
nos escapamos de casa y nos fuimos a la playa solos?
-
Vosotros eréis unos locos! - comenta mi padre.
-
Locos, pero felices! - la sonrisa de Mario no equivoca a nadie. Para
él es un placer recordar nuestra infancia.
-
Esto año podemos hacer eso de nuevo!
-
Pedro, cómo eso es posible? - le pregunto – Mario está casado, tu
te vas a casar y yo ya no soy aquella niña de cinco años que le
gustaba hacer castillos en la arena!
-
Sí, es posible, sí! Mira... nos vamos todos pasar unos días en
Barcelona en la casa de vacaciones y volvemos a hacer aquello que
hacíamos cuando éramos pequeños!
-
Me parece una idea genial! - dice mi madre.
-
A ver, no me parece muy mal pasar unos días así... mismo yo
teniendo los peques, no pasa nada, a ellos le hará mucha ilusión! -
si Mario y Pedro están de acuerdo, seguro que esto vaya sucederse.
-
Bueno, si vosotros estáis de acuerdo... yo también me voy a pasar
unos días!
-
Ainhoa, tendremos que volver a hacer aquellos bailecitos
maravillosos! - yo y Pedro siempre hacíamos “bailes” cuando
estábamos en la casa de vacaciones.
-
Eso podemos hacerlo ahora! Todos ya terminamos de comer y sabes que
todos los años hay bailecito! - digo.
-
Bailamos? - me invita Pedro.
-
Y Sara? - miro a Sara y sonrío – No vas a invitarla a bailar?
-
Yo creo que ella no se molesta si bailo con mi hermanita...
-
No me pasa nada, Ainhoa... - me dice Sara - … puedes bailar con él
que yo no tengo celos!
Pedro
pone la música sonando y sin embargo casi todo el mundo empieza a
bailar en el espacio vacío del salón. Llenos de energía, yo y
Pedro bailamos tal y cual cómo hacíamos cuando éramos pequeños.
Por un rato, parecía que volví a tener cinco años y mi hermano
ocho.
-
No tienes nada para contarme? - me pregunta mientras bailábamos.
-
Tengo que confesarte una cosa, pero esto tiene que ser secreto...
-
Vale... yo no cuento a nadie...
-
Yo confieso que... yo confieso que me enamoré...
-
En serio?
-
Sí... pero no cuentes a nadie, por favor!
-
No te preocupes que no cuento a nadie... de quién te has enamorado?
-
De un chico...
-
Bueno, eso yo lo sé... cómo se llama?
-
Tengo que decirte?
-
Por lo menos debo saber su nombre, no?
-
Vale... se llama Pablo... - y creo que así no desconfiará de qué
Pablo estoy hablando, ya que en España existen miles de “Pablos”.
-
Tu y él, ya... tenéis algo más cerco?
-
Sí...
-
Cuando podré conocerlo?
-
Madre mía, calma, eh? Yo no sé si estoy vaya ser por mucho tiempo o
no, entonces...
-
Entonces? - me interrumpe – Si tu estás enamorada por él y si él
estuviere enamorado por tí, eso vaya durar una vida entera!
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