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martes, 8 de julio de 2014

26. Limpio tus lagrimas para ensuciarte de amor

Narra Pablo
Aquella canción no salió por casualidad por entre las teclas del piano, no fue por obra de un santo o de algo así que su mente le ha dicho para tocar la canción en que la letra pide para que le enseñen lo qué es el amor, para que le hagan sentir eso sentimiento tan bonito. Desde el empiezo que conocí la canción, simplemente dejé que Ainhoa se llevase por el piano, su estado decía todo, quería volver a sentir el piano como hace mucho tiempo que no le sentía.
Ella, con una cara casi de desespero, me abraza con todas sus fuerzas, se vuelve en un mar de lagrimas en que me pregunto si son de alegría o de tristeza.
- Yo no sé como agradecerte... - solloza.
- El mejor agradecimiento que puedo tener es verte sonreír...
- No te agradezco solamente por el piano... te agradezco por todo lo que haces por mí, nunca he tenido a nadie que hiciese aquello que tu me haces...
- Yo hago todo eso porque te quiero más que todo en mi vida... yo no quiero que llores, eh? - limpio sus lagrimas en su rosto de piel suave y morena, dejo con que la color tan hermosa de sus ojos sea el protagonista de todo su brillo y no las lagrimas que tanto querían caer y empapar aquellos ojos que cintilan más que una estrella por la noche.
- Yo lloro de felicidad, Pablo... porque estoy feliz, porque tu me haces feliz, porque...
- Shhh... - encuesto mi dedo a su boca para que no hable más – Yo limpio tus lagrimas para ensuciarte de amor... yo te quiero, mi tesoro...
La pongo en mi regazo y la mimo con besos y caricias, su sonrisa se ponen por encima de las lagrimas que cayeran y mi cuelo se queda prisionero de sus manos. En ello recibo su cálido aliento que se escapa vorazmente, los sentidos de mi cuerpo se agitan, mi corazón se quema de tanto fuego y paso todo eso fuego para mi mejor arma en esto momento: mis labios.
No hay nada que pueda apagar esto fuego, pueden llamar todos los bomberos de la ciudad de Madrid, todos los bomberos que existen en el mundo, pueden venir miles de extintores para apagalo, pero no podrán hacerlo. No es fuego físico, es fuego interior y eso solo es satisfecho con el amor.
Empiezo a bajar los tirantes de su mono, beso su cuelo y sus hombros, me apodero de aquel cuerpo que ya me volvió loco y que seguramente me volverá muchas más veces.
Por entre tantas respiraciones cortadas y suspiros, suena un móvil, mi móvil, pero no le hago caso.
- No... vas... a contestar? - me pregunta ella entre besos.
- No...
- Puede ser... importante...
- Más importante... que tu... es imposible...
- Debe ser importante... el móvil no para... de sonar, Pablo...
Recojo el móvil del bolsillo de mis pantalones y en la pantalla aparece “Mariola”, qué se pasará? Contesto a la llamada:
- Madre mía, Pablo, dónde estás? - y ella no está nada nada contenta, me parece.
- Porqué preguntas eso?
- Quedan cinco minutos para la reunión con la editora y tu aún no estás aquí!
- Perdona, me olvidé completamente! - me olvidé que tenía la reunión ahora por la tarde. Mariola me vaya matar!
- Te olvidaste? Entonces corre para llegar aquí lo más rápido posible!
- Vale, vale... yo me voy corriendo! - colgué el móvil y Ainhoa me mira con una cara de broma:
- Te has olvidado de algo, señorito?
- Me he olvidado que tenía una reunión con la editora... - corro hacía mi habitación y cambio de ropa en segundos.
- Eres un loco...
- Sí... soy un loco por tí... - y la beso de nuevo.

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