Narra
Ainhoa
Abro
los ojos y veo un techo muy blanco, unas luces que molestan mis ojos.
Hay algo en mi cara, una mascarilla conectada a una máquina. Me
aflijo, la quito con mis manos y la máquina empieza a sonar un
sonido muy extraño. En mi brazo derecho tengo dos pequeños tubos
conectados a las venas, en mi pecho otros dos, conectados a otra
máquina, dónde aparecen mis batimentos cardíacos.
Conclusión:
estoy en un hospital y no sé cómo. El último recuerdo que tengo es
salir de casa en el coche de mi madre.
Una
enfermera entra corriendo en mi habitación, la verdad es que me
asusto.
-
Ponga la mascarilla rápidamente, por favor! - me dice muy afligida.
Yo la pongo sin saber qué ha pasado conmigo para terminar en una
camilla de hospital. Ella sale y escucho un grito:
-
Doctor, ella se despertó!
Madre
mía, parece que me desperté en un mundo totalmente distinto. No sé
lo que está pasando, las personas corren, gritan, yo estoy acostada
a una camilla de hospital... alguien me explica lo que pasa?
Veo
todo que está al rededor de mi girando un poco, me siento sin fuerza
y no me atrevo a moverme ni un centímetro, no sé que ha pasado
conmigo y por eso no quiero arriesgar a ponerme peor.
Veo
alguien entrando, viste una bata blanca, pero mis fuerzas son tan
pocas que solo veo que es un médico cuando ya está junto a mí.
-
Cómo se siente, Ainhoa? - me pregunta con una voz muy simpática.
-
Sin fuerza... qué...
-
Shhhhh... - me interrumpe – Veo que está un poco tonta, no?
Digo
que sí con la cabeza y luego empieza a ver mi estado. Pone su
estetoscopio en mi pecho y yo inspiro y espiro lentamente. Inyecta
algo en mi brazo y sin embargo empiezo a ver todo muy normal, sin
girar y me despierto completamente.
-
Está mejor ahora?
-
Sí, ya no veo todo girando...
-
No se mueva... - pone algo en mis piernas y nada siento – Siente
algo?
-
No...
Golpea
un poco la pierna izquierda y siento algo muy ligero.
-
Y ahora?
-
Algo muy muy ligero...
Haz
lo mismo en la derecha y nada, no sentí nada.
-
No sentí nada, doctor.
No
he gustado nada de su cara cuando le he dicho que nada sentí. Me
asusto verdaderamente.
-
Qué pasan con mis piernas para que no sienta casi nada?
-
No se preocupe, Ainhoa... ahora tiene que descansar... - y sale de la
habitación sin decir lo que pasa.
Me ha dicho para descansar.
Descansar? Cómo puedo hacerlo si no sé nada lo que pasado y ahora
también no sé que tienen mis piernas para que no sienta los golpes?
Sola
en la habitación, intento levantar las piernas. Mala idea. Parecían
que cada una tenía una tonelada de hierro y no las pude levantar.
Grito por el dolor que sentí, grité y empecé a llorar. Ya vi casos
en que esto se sucedió y esas personas terminarán sin poder andar,
en una silla de ruedas. Lloro porque seguramente están ocultando eso
de mí, esto puede estar sucediéndose y ellos no quieren contarme.
Me
vuelvo en un mar de lagrimas, de sufrimiento, me arrepiento de salir
de casa en el coche, grito para mi interior que esto no puede
sucederse, que tengo que volver a caminar, que mi vida tendrá que
volver a la realidad.
Recibo
la visita de mi madre y de mi padre. Ella corre hacía mi y me
abraza. Llora, llora a verme así. Si ya estaba en un mar de
lagrimas, ahora estoy mucho más, viendo que mi madre está sufriendo
por mí. Mi padre no demuestra las lagrimas porque nunca lo hizo.
Nunca lo he visto llorar, pero en su cara es visible la tristeza y el
dolor por verme así. Me abrazó y la primera cosa que me susurró
fue:
-
Todo se quedará bien, no te preocupes...
-
Cómo estás, cariño?
-
Mal, muy mal... - respondo entre lagrimas – No siento mis
piernas...
El
color y la expresión facial de mis padres cambió cuando he dicho
esto. Creo que deben estar imaginando lo mismo que yo, que jamás
volverán a verme caminar.
-
No te asustes con eso... verás que esto es algo pasajero y que las
sentirás de nuevo... - mi padre intenta animarme, pero su objetivo
falló.
-
Qué ha pasado conmigo?
Mi
madre agarra mi mano y de la manera más tranquila que podría hacer,
me contó todo:
-
Un coche en alta velocidad ha chocado contigo. Tu saliste de casa con
mi coche y unos metros adelante de casa tuviste el accidente. No
tuviste tiempo suficiente para desviarte...
-
Solo me recuerdo de salir de casa, conducir unos metros y nada más...
y el conductor del otro coche, se quedó muy mal?
-
Es increíble pero él solo tuve unos rasguños y poco más... ya
está en casa... - mi padre no habla casi nada, mi madre haz un
sacrificio tremendo para no llorar de nuevo.
Yo
solo quiero estar sola, sufrir sola para que nadie sufra por verme
sufrir también. Me destrozó completamente ver la cara de mis padres
en aquel estado, no quiero escuchar lamentos todas las veces que
tengo visitas.
Hay
que aceptar la realidad, pase lo que pase, por mucho que sea malo y
que cambie mi vida, soy yo quién sufrirá con todo eso.
La
primera noche pasada en el hospital fue un autentico infierno y no
estoy exagerando. No puedo dormirme, la mascarilla que me ayuda a
respirar me molesta, empiezo a sentir sensaciones extrañas en mis
piernas, pero mismo así no las puedo levantar y, para complementar
todo esto sufrimiento pienso en Pablo, la última persona que
desearía pensar ahora.
No
sé, no me sale de mis pensamientos, en mi cabeza solo pasa su imagen
y sin motivo ninguno me caen las lagrimas, como la lluvia cae de las
nubes hacía el suelo. Recuerdo todos los momentos en que estuvimos
juntos, me duele el corazón por pensar en eso. No hay motivo, no hay
nada que pueda justificar, si yo no quiero nada con él, porqué mi
cabeza haz con que él ocupe mis pensamientos?
Peor
que esto es imposible, es una autentica pesadilla y solo terminó
cuando una amable enfermera me da algo y yo me quedo dormida como un
bebé.
Todo pasó
y un nuevo día comienza. De media en media hora hay siempre un
enfermero o un médico que viene a verme cómo estoy. Es algo que
molesta, cuando pienso que por fin tendré mi momento de descanso,
llega siempre una molestia y ya está, no hay hora de descanso. Mi
paciencia empieza a agotarse con todo aquello, quiero moverme, quiero
por lo menos levantarme y irme hacía la ventana, que está a menos
de un metro de mí. Solo veo el sol acostada, envidio a todo el
mundo, os juro, ellos pueden irse a la ventana, moverse como quieren
y yo estoy aquí, como si fuera una muñeca. Por lo menos muevo mis
brazos, la cabeza, lo único que parece que no quiere moverse son las
piernas, el elemento indispensable para poder caminar.
-
Doctor, puedo pedir una cosa?
-
Por supuesto...
-
Puedo irme hacía la ventana y ver el sol?
-
Depende... vamos a ver cómo están las piernas y ya veremos si podrá
ver el sol...
Miro
el techo y pido para mi misma que mis piernas reaccionen, que ellas
sientan los estímulos y que por lo menos yo me pueda ponerme en pie.
Él
toma una aguja y empieza a picar las piernas. Sentí, sentí todo y
la esperanza renació. Sonrío, lloro de alegría y intento levantar
las piernas. Un suceso, a pesar de no las levantar mucho. Si pudiera
gritaría ya de tanta alegría, me siento una auténtica campeona.
-
Puedo ir ver el sol?
-
Sí, puede, pero... ahora no...
-
Porqué?
-
Aún tenemos que ver si respira sin la mascarilla... - él me quita
la mascarilla y más un suceso, a pesar de tener que respirar
despacito.
-
A ver, podemos combinar una cosa. Ahora usted descansa un poco ya sin
la mascarilla que yo sé que le molestaba y por la tarde podrá ver
el sol por la ventana...
-
Combinado...
Por
la primera vez desde que estoy en el hospital que sonrío porque algo
de bueno se pasa y él no me sale de la cabeza.
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