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martes, 1 de julio de 2014

15. Dolor de recordar

Narra Ainhoa
Abro los ojos y veo un techo muy blanco, unas luces que molestan mis ojos. Hay algo en mi cara, una mascarilla conectada a una máquina. Me aflijo, la quito con mis manos y la máquina empieza a sonar un sonido muy extraño. En mi brazo derecho tengo dos pequeños tubos conectados a las venas, en mi pecho otros dos, conectados a otra máquina, dónde aparecen mis batimentos cardíacos.
Conclusión: estoy en un hospital y no sé cómo. El último recuerdo que tengo es salir de casa en el coche de mi madre.
Una enfermera entra corriendo en mi habitación, la verdad es que me asusto. 
- Ponga la mascarilla rápidamente, por favor! - me dice muy afligida.
 Yo la pongo sin saber qué ha pasado conmigo para terminar en una camilla de hospital. Ella sale y escucho un grito:
- Doctor, ella se despertó!
Madre mía, parece que me desperté en un mundo totalmente distinto. No sé lo que está pasando, las personas corren, gritan, yo estoy acostada a una camilla de hospital... alguien me explica lo que pasa?
Veo todo que está al rededor de mi girando un poco, me siento sin fuerza y no me atrevo a moverme ni un centímetro, no sé que ha pasado conmigo y por eso no quiero arriesgar a ponerme peor.
Veo alguien entrando, viste una bata blanca, pero mis fuerzas son tan pocas que solo veo que es un médico cuando ya está junto a mí.
- Cómo se siente, Ainhoa? - me pregunta con una voz muy simpática.
- Sin fuerza... qué...
- Shhhhh... - me interrumpe – Veo que está un poco tonta, no?
Digo que sí con la cabeza y luego empieza a ver mi estado. Pone su estetoscopio en mi pecho y yo inspiro y espiro lentamente. Inyecta algo en mi brazo y sin embargo empiezo a ver todo muy normal, sin girar y me despierto completamente.
- Está mejor ahora?
- Sí, ya no veo todo girando...
- No se mueva... - pone algo en mis piernas y nada siento – Siente algo?
- No...
Golpea un poco la pierna izquierda y siento algo muy ligero.
- Y ahora?
- Algo muy muy ligero...
Haz lo mismo en la derecha y nada, no sentí nada.
- No sentí nada, doctor.
No he gustado nada de su cara cuando le he dicho que nada sentí. Me asusto verdaderamente.
- Qué pasan con mis piernas para que no sienta casi nada?
- No se preocupe, Ainhoa... ahora tiene que descansar... - y sale de la habitación sin decir lo que pasa. 
Me ha dicho para descansar. Descansar? Cómo puedo hacerlo si no sé nada lo que pasado y ahora también no sé que tienen mis piernas para que no sienta los golpes?
Sola en la habitación, intento levantar las piernas. Mala idea. Parecían que cada una tenía una tonelada de hierro y no las pude levantar. Grito por el dolor que sentí, grité y empecé a llorar. Ya vi casos en que esto se sucedió y esas personas terminarán sin poder andar, en una silla de ruedas. Lloro porque seguramente están ocultando eso de mí, esto puede estar sucediéndose y ellos no quieren contarme.
Me vuelvo en un mar de lagrimas, de sufrimiento, me arrepiento de salir de casa en el coche, grito para mi interior que esto no puede sucederse, que tengo que volver a caminar, que mi vida tendrá que volver a la realidad.
Recibo la visita de mi madre y de mi padre. Ella corre hacía mi y me abraza. Llora, llora a verme así. Si ya estaba en un mar de lagrimas, ahora estoy mucho más, viendo que mi madre está sufriendo por mí. Mi padre no demuestra las lagrimas porque nunca lo hizo. Nunca lo he visto llorar, pero en su cara es visible la tristeza y el dolor por verme así. Me abrazó y la primera cosa que me susurró fue:
- Todo se quedará bien, no te preocupes...
- Cómo estás, cariño?
- Mal, muy mal... - respondo entre lagrimas – No siento mis piernas...
El color y la expresión facial de mis padres cambió cuando he dicho esto. Creo que deben estar imaginando lo mismo que yo, que jamás volverán a verme caminar.
- No te asustes con eso... verás que esto es algo pasajero y que las sentirás de nuevo... - mi padre intenta animarme, pero su objetivo falló.
- Qué ha pasado conmigo?
Mi madre agarra mi mano y de la manera más tranquila que podría hacer, me contó todo:
- Un coche en alta velocidad ha chocado contigo. Tu saliste de casa con mi coche y unos metros adelante de casa tuviste el accidente. No tuviste tiempo suficiente para desviarte...
- Solo me recuerdo de salir de casa, conducir unos metros y nada más... y el conductor del otro coche, se quedó muy mal?
- Es increíble pero él solo tuve unos rasguños y poco más... ya está en casa... - mi padre no habla casi nada, mi madre haz un sacrificio tremendo para no llorar de nuevo.
Yo solo quiero estar sola, sufrir sola para que nadie sufra por verme sufrir también. Me destrozó completamente ver la cara de mis padres en aquel estado, no quiero escuchar lamentos todas las veces que tengo visitas.
Hay que aceptar la realidad, pase lo que pase, por mucho que sea malo y que cambie mi vida, soy yo quién sufrirá con todo eso.
La primera noche pasada en el hospital fue un autentico infierno y no estoy exagerando. No puedo dormirme, la mascarilla que me ayuda a respirar me molesta, empiezo a sentir sensaciones extrañas en mis piernas, pero mismo así no las puedo levantar y, para complementar todo esto sufrimiento pienso en Pablo, la última persona que desearía pensar ahora.
No sé, no me sale de mis pensamientos, en mi cabeza solo pasa su imagen y sin motivo ninguno me caen las lagrimas, como la lluvia cae de las nubes hacía el suelo. Recuerdo todos los momentos en que estuvimos juntos, me duele el corazón por pensar en eso. No hay motivo, no hay nada que pueda justificar, si yo no quiero nada con él, porqué mi cabeza haz con que él ocupe mis pensamientos?
Peor que esto es imposible, es una autentica pesadilla y solo terminó cuando una amable enfermera me da algo y yo me quedo dormida como un bebé.
Todo pasó y un nuevo día comienza. De media en media hora hay siempre un enfermero o un médico que viene a verme cómo estoy. Es algo que molesta, cuando pienso que por fin tendré mi momento de descanso, llega siempre una molestia y ya está, no hay hora de descanso. Mi paciencia empieza a agotarse con todo aquello, quiero moverme, quiero por lo menos levantarme y irme hacía la ventana, que está a menos de un metro de mí. Solo veo el sol acostada, envidio a todo el mundo, os juro, ellos pueden irse a la ventana, moverse como quieren y yo estoy aquí, como si fuera una muñeca. Por lo menos muevo mis brazos, la cabeza, lo único que parece que no quiere moverse son las piernas, el elemento indispensable para poder caminar.
- Doctor, puedo pedir una cosa?
- Por supuesto...
- Puedo irme hacía la ventana y ver el sol?
- Depende... vamos a ver cómo están las piernas y ya veremos si podrá ver el sol...
Miro el techo y pido para mi misma que mis piernas reaccionen, que ellas sientan los estímulos y que por lo menos yo me pueda ponerme en pie.
Él toma una aguja y empieza a picar las piernas. Sentí, sentí todo y la esperanza renació. Sonrío, lloro de alegría y intento levantar las piernas. Un suceso, a pesar de no las levantar mucho. Si pudiera gritaría ya de tanta alegría, me siento una auténtica campeona.
- Puedo ir ver el sol?
- Sí, puede, pero... ahora no...
- Porqué?
- Aún tenemos que ver si respira sin la mascarilla... - él me quita la mascarilla y más un suceso, a pesar de tener que respirar despacito.
- A ver, podemos combinar una cosa. Ahora usted descansa un poco ya sin la mascarilla que yo sé que le molestaba y por la tarde podrá ver el sol por la ventana...
- Combinado...
Por la primera vez desde que estoy en el hospital que sonrío porque algo de bueno se pasa y él no me sale de la cabeza.




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