Narra
Ainhoa
Mi
madre siempre me ha dicho que si trabajamos en algo que nos gusta, no
podemos llamar a lo que hacemos trabajo, pero sí llamarle de otra
cosa, como por ejemplo un juego o un pasatiempo.
Yo
no vino trabajar para Málaga, pero sí divertirme en Málaga. Me
está encantando participar en esto grande proyecto, aprendo muchas
cosas nuevas, conozco mucha gente nueva y, además, a mis compañeros
les puedo llamar de familia. Siempre me preguntan si necesito de
algo, se ofrecen para enseñarme la ciudad, me invitan a tomar cafés.
Estamos todos muy cercos, muy amigos y si uno está mal, luego
tratamos de ayudarle. No podría desear mejores personas para
colaborar en esto proyecto.
Los
días pasarán y ya hace un mes desde que llegué a tierras
malagueñas, el tiempo pasa volando! Me enamoré de esta ciudad, creo
que será difícil trasladarme para Madrid, me acostumbré a irme a
la playa todas las veces que quería, a no encontrar transito en las
calles, me acostumbré a Málaga, a su manera de vivir y ya no quiero
otra cosa.
Ya
conozco un montón de gente, ahora mis noches de fin de semana son
pasadas con toda esa gente que conocí, cenando, almorzando o
simplemente estar hablando en la calle. Vivía enamorada de Madrid y
desde que me trasladé para aquí que nunca eché de menos la
capital. Es increíble, nunca pensé dejar Madrid y mirad ahora.
Llegó
la Semana Santa, estamos en Abril, y eso quiere decir que por fin
volveré a León, mi tierra querida! Volveré a ver mi familia, a
estar con mis amigos y eso no tiene precio.
Siete
de la mañana y ya entro en el AVE rumbo a Madrid. Dos horas y media
aprovechadas para dormir un poco más, llego a Atocha y cambio de
tren, ahora rumbo a León, más tres horas de viaje, más tres horas
para dormir.
Un
largo viaje de tren y por fin escucho “Bienvenidos a la ciudad de
León. Esperamos que han hecho un buen viaje. Muchas gracias por
viajar con nosotros.”. Qué alegría!
Salgo
del tren y en menos de dos metros caminando ya encuentro a mi hermano
Mario esperándome.
-
Por fin nos vemos! - me dice muy contento. Me da un abrazo como
solamente él sabe, un abrazo lleno de cariño, un abrazo de
hermanos.
-
Pensabas que no ibas a verme?
-
La última vez que te vi fue en Enero... ya estamos en Abril... cómo
estás? - y como caballero que es, lleva mi maleta para el coche. Qué
amor!
-
Ahora estoy mejor que estoy de vacaciones!
-
No debes estar muy mal... viviendo en Málaga, en aquella ciudad
maravillosa, es imposible estar mal!
-
Tenías razón cuando me has dicho que Málaga era maravillosa... -
entramos en el coche - … aquello es un encanto!
-
Quizás pronto no vuelvo con los peques y con Juana...
-
Por que no lo haces? Puedes quedarte en mi casa, yo tengo una
habitación libre...
-
Con hotel gratuito, me voy ya!
-
Cuando quieras! Solo tienes que avisarme y ya está!
-
Yo lo haré, eh?
-
Hazlo, es más una oportunidad de estar juntos! - digo. Hacía mí
veo el grande portón negro que conozco perfectamente, el portón de
la casa de mis padres.
Él
se abre, el coche entra y en la puerta veo la mujer más increíble
que conozco, mi madre, la señorita Pilar Sierra, la enfermera que me
enseñó miles de cosas maravillosas, que me suporta en los mejores y
en los peores momentos, mi confidente, la mejor amiga que tengo desde
que soy gente.
Salgo
del coche con toda la prisa y corro hacía mi madre. La abrazo y
siento que ella está sonriendo.
-
Cómo estás, mamá?
-
Y tu me preguntas eso? Yo estoy bien, ahora que estás aquí estoy
mucho mejor!
-
No comiences, sino empiezo ya a llorar! - mi madre es la mujer más
cariñosa, más maja, simpática, amorosa que podéis imaginar. Madre
mía, tiene una personalidad increíble, la tomo como ejemplo porque
ella es una luchadora.
-
Y tu pequeña? Ahora qué vives aún más lejos de nosotros, cómo
estás?
-
Yo estoy bien... tenemos mucho que hablar señorita Pilar! - me
encanta jugar con mi madre. Somos las únicas mujeres de esta casa y
por eso tenemos una relación muy íntima, yo sé todo lo que pasa
con ella y ella sabe todo de mí.
-
Por supuesto que sí... y ahora que reparo que estás un poquito
diferente, no me escapas!
-
Tita Ainhoa! - Juan y María corren hacía mí. Mis sobrinitos están
cada vez más guapos. Recibo un abrazo de los dos. Juan tiene 5 años
y María tiene 3 años, son hijos de Mario y Juana, mis peques más
monos, los niños que son mi perdición cuando estoy por aquí.
A
poco y poco llega toda la familia, mi hermano Pedro aparece con su
novia Sara, Juana y el nombre más valiente, mi súper héroe desde
siempre: mi padre, el general, el hombre que enseñó todo sobre el
ejército y más un montón de cosas, una infinidad de ensañamientos
que jamás olvidaré.
-
Cómo está mi pequeñita? - me da un abrazo tan fuerte que me
apretó, no pasa nada. Lo sé muy bien que me echa de menos, soy la
“pequeña” de esta casa y a pesar de ser adulta, me protege de la
misma manera que cuando tenía 5 años.
-
Madre mía, cada vez estás más tienes más pelos blancos!
-
Que va! Yo soy un joven!
-
Sí, sí, un joven de 59 años! - y todo el mundo se reí. Esto es mi
padre, el general Enrique Martínez, que siempre tiene su espirito
joven, es muy activo y no se deja llevar por la edad. Tiene una
fascinación inexplicable por aviones y pájaros, está casado hace
33 años y sigue llamando de mi madre de “amor”, “cariño” y
todos los nombres cariñosos que un marido puede llamar a su mujer.
Comienzo
mis vacaciones con un almuerzo en familia, no podría desear mejor.
Mi madre, que sabe lo que me gusta, hizo el bacalao al ajoarriero, mi
comida favorita después de la paella, por supuesto.
-
Qué tienes hecho en Málaga, Ainhoa? - pregunta mi padre, cuando
todo el mundo disfrutaba del bacalao que cocinó mi madre.
-
Estoy trabajando en un proyecto de un arquitecto malagueño...
-
Y qué arquitecto es? - me pregunta Juana, que es arquitecta también.
-
Salvador Peralta, conoces?
-
Qué? El padre de Pablo Alborán? - Juana casi que salta de la silla.
-
Sí, él mismo...
Todo
el mundo se queda curioso y la pregunta obvia llega de mi madre:
-
Y conoces a Pablo?
Pienso
en lo que debo responder, todo el mundo me mira y sufro un momento
embarazoso:
-
A ver yo no... - sollozo más que nunca - … yo... no...
-
Por dios chica, parece que tan comido las palabras! - dice Pedro.
-
Yo solo le he visto una vez, nada más... no pasó de un hola...
-
Me muero! Tienes foto? - creo que Sara tendrá una taquicardia, madre
mía.
-
No... yo no hizo foto con él...
-
Cómo no hiciste? - pregunta mi madre muy sorprendida – Has tenido
el privilegio de conocerlo y no hiciste foto?
-
Mamá, yo no soy su fan, no me gustan sus canciones... - deseo que
esta conversación termine, no quiero hablar de él porque tenemos
mucho más que hablar.
-
Si no eres fan tienes razones para no hacer foto, estás perdonada! -
Juana cierra la conversación y respiro. Por lo menos no tengo que
hablar más de esto, simplemente no quiero.
Paso
el resto el día jugando con los peques, por unas horas volví a
vivir mi niñez, los tiempos más bonitos de la vida para mí. Solo
tienes la preocupación de jugar, todo te parece muy simple y el
mundo es perfecto. Nosotros, los adultos, no somos así. Pensamos que
el mundo no es perfecto, todo es un problema, vivimos en un constante
stress, no tenemos tiempo para hacer aquello que nos gusta y,
sobretodo, no valoramos las cosas simples de la vida.
-
Tita, tu tienes novio? - me pregunta María.
-
No, no tengo...
-
No tienes? - Juan se sorprende – Pero tu eres muy guapa!
-
Mamá tenía razón cuando decía que los chicos ahora no saben
elegir las buenas chicas! - esta inocencia de María es algo de
fabuloso. En tres años de vida, ya le he visto decir cosas dignas de
una chica de doce, trece años. Es una pequeña adulta, se comporta
como gente grande.
-
Si yo fuera adulto como tu, yo quería tenerte como novia! - no es
por casualidad que le he puesto el apodo de “Galán de medio palmo”
a Juan. Creo que heredó de Mario la parte de ser un auténtico
caballero.
-
Porqué? - pregunto muy curiosa.
-
Porque eres guapa, inteligente, simpática... puedo preguntarte una
cosa?
-
Dime, Juan... sabes que respondo a todo!
-
Yo escuché mi madre diciendo que por veces son las mujeres que no
quieren tener un novio. Eso es verdad? Tu también no quieres tener
un novio?
-
Sí, eso es verdad, pequeñito... sabes, no es no querer tener un
novio... yo quiero tener un novio, sabes... pero quiero alguien que
me quiere de verdad, que me respecte y sabes, aún no encontré nadie
así...
-
Madre mía, estas cosas de adultos son complicadas!
Me
río sin parar. Estas verdades de Juan encajan perfectamente en la
realidad. Él tiene razón, estas cosas de adultos son complicadas, a
ver, ser adulto es complicado y esa es una verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario